LA JIRA

El día de la Jira es el lunes de Pascua, siguiente al domingo de Resurrección. El recuerdo más antiguo que queda de ello en Alcuéscar es su celebración en la Basílica de Santa Lucia, donde se estuvo celebrando hasta los primeros años del siglo XX. La ermita estaba dentro de la dehesa Boyal de Alcuéscar. Con la desamortización de Mendizábal, en 1.835, pasó a manos de particulares por lo que creemos que paulatinamente la fiesta se trasladó más abajo, donde estaba la ermita de Santiago y más tarde, al abandonar ésta los frailes, a las entradas de la dehesa de Alcuéscar, también vendida pero sobre la que aún conservábamos algunos derechos. Se celebró allí hasta los años setenta de este siglo. La romería ha tenido altibajos. En los buenos tiempos salían las parejas con sus caballos, mulos y burros engalanados, otros salían con carros, todos en grupo luciendo sus trajes camperos y regionales. La fiesta siempre se ha hecho en comunidad, en grupos y mientras guisaban el cordero, que era lo típico, se visitaban y se ofrecían vino y aperitivos unos a otros. Al regreso, por la tarde, colocaban los cuernos del cordero en lugar bien visible y cantaban
Ya venimos de la jira
de comernos el borrego
si no lo queréis creer
aquí traemos los cuernos.

Así agotaban el resto del día hasta que entrada la noche caían rendidos y hartos de comer y beber.

En la segunda mitad del siglo XX hemos ido rebotando de un lado para otro, aunque siempre se mantuvo el espíritu de conservar la tradición de la fiesta y en nuestros años la conservamos como en los mejores tiempos. Abandonada la dehesa de Alcuéscar la fiesta se trasladó a la triguera - dehesa de las Casas-. De allí nos echaron y pasamos al Cruce de la Herrería a pesar del peligro por la proximidad de dos carreteras. Allí se mantuvo varios años hasta que se produjo un accidente mortal. A raíz de ello el entonces alcalde don Luís Polo Fernández entró en tratos con don Domingo Bonilla, dueño de la dehesa del Valle de la Zarza, a fin de obtener permiso para celebrar la romería en la Casa de los Tomates ( que se llama así porque la hicieron en verano y todos los días los albañiles comían tomates ). Don Domingo Bonilla lo autorizó por escrito firmando que mientras él viviera podía hacerse la romería en su finca junto a la casa de los Tomates.

Don Domingo falleció inesperadamente y fue necesario replantear el asunto a su heredera doña Jerónima Bonilla quien ratificó totalmente el permiso dado por su padre, así que la Jira siguió celebrándose en la Casa de los Tomates.

Pasados unos años el alcalde fue a ver de nuevo a doña Jerónima para pedirle que vendiera al pueblo un trozo de la dehesa sobre la Carbonera para poder contar por fin con un lugar estable y propio. La señora accedió y a partir de 1994 el pueblo dispone otra vez de un lugar público donde celebrar la romería y cualquier otra actividad al aire libre.

En agradecimiento a ese gesto lo primero que se hace el día de la Jira es una misa dedicada a don Domingo Bonilla.