EL LINO

El lino es una planta de tallo recto, fibroso, de hojas lanceoladas y flores amarillas, rojas y azules en forma de racimos. Hay muchas clases de lino, entre ellas se encuentra en España el lino de Narbona de grandes flores azules, el lino Blanco, el lino Rígado, lino de hoja estrecha, lino común del que se saca la hilaza y de sus semillas el aceite de linaza que sirve para pinturas, cataplasmas y otras aplicaciones. Del lino común se conoce dos variedades principales: el lino bayal o frío, que se siembra en otoño, tiene los tallos largos y da la hilaza más fina y blanca y el lino caliente o cañamazo que se siembra en primavera, tiene los tallos cortos y muy ramosos, da más hilaza, pero corta y de inferior calidad.

El lino ha sido siempre una planta muy apreciada por todo el mundo. Alcuéscar en su día tuvo abundante producción de lino y gran cantidad de telares para tejer, tanto piezas de lienzo como varios tipos de mantas incluyendo las preciosas mantas galleras.

Suponemos que el lino que producía Alcuéscar era el común, en sus dos variantes, bayal y cañamazo. La siembra y labranza del lino se hacía igual que la de los cereales pero se criaba en los ribazos y tierras fértiles. La caña se sembraba muy junta y también se escardaba las malas hierbas para mantener la caña limpia de malezas.

En Alcuéscar el lino se arrancaba hacia finales de mayo, cuando estaba maduro y listo para ser procesado. Después de arrancado se separaba mediante sacudido las finísimas y escurridizas semillas destinadas a la siembra o a la obtención, por prensado, del aceite de linaza. Se hacía gavillas para enriarlo - meterlo bajo agua durante 21 días - para lo que se destinaba varias charcas. A veces había que esperar que unos retirasen su lino para enriar el lino de otros.

Pasados los veintiún días se tendía al sol y se secaba para después con una maza en forma de rodillo machacarlo con lo que se separaba la cáscara de la fibra. Se hacía el machacado sobre una piedra o poyato liso. Después se pasaba al potro o burrilla para asparlo. Era un tronco de carpintería de aproximadamente un metro de longitud con cuatro patas donde con la ayuda de un cepillo de púas se dejaban los dos o tres hilos de cada caña limpios y listos para la rueca.

El hilado, o enrocado, se hacía en la rueca. Las mujeres se ayudaban del huso - una vara de unos 30 centímetros de largo, de forma cónica que abajo tenía una arandela grande de madera y arriba en la parte estrecha una muesca donde se iba enganchando el hilo para torcerlo entre los dedos y el huso antes de enrollarlo en el mismo -. Con los dedos ligeramente humedecidos se iba tirando de los hilillos de la rueca y se iba domando e hilando el lino. Así pasaba de la rueca, - que era un simple palo en forma de eje - al huso y del huso a la devanadera para hacer las madejas. Hechas las madejas se torcía o juntaba, o sea se ataba las puntas y se ponía en un cesto. Cuando tenían los cestos llenos se llevaba a algún sitio donde hubiese agua abundante, el más típico era la Fuente de los Bueyes, donde con calderos de cobre curaban - hervían con ceniza - las madejas.

Terminada esta operación se volvía a la devanadera. La devanadera era un eje de madera con un pie de tres o cuatro patas o soportes, de poco más de un metro. En ese eje entraba un armazón redondo también de madera con cuatro o seis barrotes en forma cónica de abajo arriba para que las madejas mas grandes no puedan salirse por abajo. Metida la madeja en la devanadera se cogía una punta del hilo y se comenzaba a devanar el ovillo, según tiraba del hilo iba dando vueltas la devanadera y se hacían los ovillos.

Quedaba así el hilo listo para los telares. El telar tradicional antiguo era de lo más rústico y sencillo que se ha conocido. Se trata de un armazón de palos donde quedan entramados con cuerdas una serie de herramientas y utensilios para el manejo perfecto del telar. Las piezas principales eran las cuatro exprimideras - pedales - que podían usarse las cuatro o sólo dos dependiendo del tipo de tejido que se estuviese haciendo. Los peines son muchos y cada uno se emplea en los diferentes tejidos al igual que las lanzaderas y otras piezas auxiliares. Con estos elementos se iban cruzando y tejiendo los hilos de lino y formando el lienzo. A veces para que la tela no fuese tan áspera se mezclaba con un poco de algodón.

Las piezas de lienzo de lino así tejidas son bastas y amarillentas. Había que curarlas, refinarlas y blanquearlas lo que solía hacerse también en la fuente de los Bueyes, hasta dejarlas con la ayuda del sol blancas y suaves, para que aquellas magníficas y valerosas mujeres de aquel tiempo hicieran toda clase de ropa con sus habilidosas manos.

Con lino también se hacía cuerdas y sogas eran las mejores que había, y quedaba la estopa que tenía muchísimas aplicaciones como todos sabemos.