Luisa—Sabel ¿MOSCONES…? ¿Qué pasa con los moscones al llegar septiembre?
¡Qué bárbaro! La elección del tema se las trae —pensé al ver el ejercicio—. Hoy toca escribir sobre los moscones. ¿He de decantarme por alguno de los insectos dípteros, de cuerpo negro, cabeza elíptica, más ancha que larga? ¡Ufff…! Aunque si mal no recuerdo, el tema es otro: ¿Qué pasa con los moscones en septiembre? O, ¿a los políticos se les debe exigir que, para hacer política, no tengan padre ni madre, ni hermanísimo ni parienta…?
¡Qué va, qué va! Cuando un cabeza elíptica llega a la política, le salen parientes hasta de debajo de las piedras. O amigos, o amiguetes de los que no tenía constancia. Todos reaparecen como si no hubiera pasado el tiempo. Como los moscones, una vez llegado septiembre, piensas que se han ido para no volver…, pero, ¡zas!, cuando menos te lo esperas, los puñeteros que creías alicaídos y aletargados, se han sometido, por si las moscas, a una cura de sueño reparador que les da fuerza para lanzase de nuevo a picotear tu cara, sorber tu sopa, o cagarse en el filete que tienes en el plato, como si tal cosa. Están convencidos de que este despliegue de atenciones no son más que agasajos para que les permitamos campar a sus anchas. Me está dando un repelús llegar a esta conclusión sobre la supervivencia de los moscones al llegar septiembre. ¿Los políticos no serán parientes de estos insectos? ¡Mira por dónde comienzo a mosquearme! No me queda otra opción que recapitular:
Cuando a un aspirante a político comienza a entrarle el gusanillo de hacer política, “bien sabido es”, como decía el insigne caballero don Quijote, que reparte agasajos a diestro y siniestro. Picoteos, besitos de pacotilla aquí y allá. Se pasea por los mercados regalando apretones de manos. Hace la venia a los feriantes, mordisquea gratis la fruta. Olfatea el pescado. Babea ante la presencia de un filetón de buey… No le hace ascos a nada, caramba. Pero, ¡ay! Cuando consigue que le prestemos nuestro voto... ja, ja, ji, ji. Una vez arrellanado en el sillón, le entra un hartazgo del picoteo insulso que no se puede aguantar.
Ha probado los manjares gratis… Están de buenos que te mueres. Pero, ¿por qué privarse? Los manjares están a su alcance. Las oportunidades crecen como hongos y tal parece que le digan: cómeme antes que otro díptero se los trague. ¿Qué no tiene parientes con quién compartir o simular que comparte? ¡No fastidien! Se dará la gran vida y seguro que los parientes llegan como moscas a la rica miel.
Lo que hay que exigir a los políticos es decencia, y si no, que se dediquen a la cría de gorrinos para que convivan a manotazos con las moscas.
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