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¡Vaya!, un libelo reaccionario...
Claro que lo es, se nota la intención del autor, quienquiera que sea. Pero lo traje porque la idea de fondo de este libelo tiene algo de verdad y es un escollo en el que siempre tropiezo cuando converso sobre el tema. Mi padre, por ejemplo, cree que los problemas sociales tienen solución. Es un optimista. Yo, no tanto. Porque siempre alguien tiene que dirigir y, al dirigir, tiene poder. Y el poder corrompe por definición. Que nos roben los banqueros es condenable, pero se entiende, como se entiende que el zorro robe las gallinas y se las coma. Merece un perdigonazo, pero lo entiendo, repito. Que nos roben los sindicatos, por ejemplo, o los partidos que se llaman obreros y socialistas... pues no se entiende tanto.
En España estamos viendo que todo el espectro político está en un bochornoso mercadeo, mires donde mires hay tanta suciedad a la vista —y se huele mucha más de la que se ve— que no se va a poder hacer justicia de no ser que pongan barrotes en las ventanas del Parlamento, rejas en las puertas y cambien los leones por torres de vigilancia. No habrá más remedio que hacer la vista gorda y conformarse con unos pocos cabezas de turco. La política se ha convertido en profesión de los ladrones más ambiciosos y de los jetas más descarados. Ningún otro negocio es mejor. Así, por pasar unos pocos meses o años ejerciendo un cargo para el que no están preparados (por ejemplo, la señora Pajín, el inefable Zapatero o el mediocre Rajoy) tienen la vida escandalosamente resuelta. Más lo que pille cada uno, claro. La mayoría, gente que no tiene oportunidades de trabajo fuera de la política porque no sabe hacer nada útil.
Entonces ¿por qué sigue funcionando la cosa? Por los alumnos que no estudian y van aprobando con el esfuerzo ajeno. Un 1% de la población roba con descaro; un 10% vive del cuento; un 30% hace tablas con Hacienda de un modo u otro. Esa es la base del sistema. Por la otra parte, un 5% tiene en nómina a los poderes fácticos del país y hace lo que le da la gana. Y el 55% restante es el que prepara los exámenes. Esa es la percepción... al menos la mía.
Algo que nunca he comprendido es que Hitler creara el Partido de los Trabajadores que después pasó a llamarse Partido Nacionalsocialista. ¿Trabajadores?, ¿socialista?, ¿¡¡Hitler!!? La llegada al poder de Hitler desde un sistema democrático es una historia muy curiosa. Eso me demuestra que las palabras y los títulos no tienen necesariamente que ver con lo que representan en la realidad. Que es muy fácil embaucar con la palabra "trabajador" y "socialista" a un pueblo agobiado, ignorante y basado en arquetipos. Y sobornar con migajas: te cedo un localito por aquí, una cocacola por allá, en tentempié por acullá... ¡Qué bien sienta lo que no se paga! Muy pobres migajas. Que la derecha actúe según sus intereses sigo diciendo que se comprende. Se puede luchar contra eso. Pero que el lobo se disfrace de cordero me irrita un pelín. Y los ingenuos que se lo creen y les hacen el juego, también.
Saludos a ambos.