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Nuevo tema Responder al tema  [ 10 mensajes ] 
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 Asunto: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 07 Mar 2014 16:24 
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Registrado: 30 Abr 2011 23:39
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http://www.amigosdesantaella.com/Cantico.pdf

Es un libro de poesía comentada, con análisis de la métrica tan completo como nunca había visto (en la última parte del libro). El autor es Rafael Ruiz González, Catedrático de Literatura ya retirado, actualmente Cronista Oficial de la villa de Santaella.

Espero que os resulte interesante, al menos curioso.

Saludos

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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 09 Mar 2014 12:47 
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Registrado: 09 Ene 2013 19:15
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Aunque en poesía, entiendo poco o nada de métrica, me gusta la poesía, en especial la que percibo que nace y crece impregnada de sentimientos. Ese halo que, en una sola lectura, permite que me olvide, aunque sólo sea por unos segundos, que es preciso respirar. Es entonces cuando regreso para beber de ese poema.

Después de barios intentos para abrir el correo, me doy por vencida.

Besos


Última edición por luisa-sabel el 09 Mar 2014 13:48, editado 1 vez en total

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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 09 Mar 2014 13:40 
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Registrado: 30 Abr 2011 23:39
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¿Te refieres al enlace? Es un PDF, se abre en una nueva página y según tu conexión a Internet puede tardar bastante en abrirse. Haz click en el enlace, ve a tomar un cafelito y cuando regreses estará el libro abierto :w00t.gif:

Saludos.

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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 17 Mar 2014 00:33 
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Registrado: 16 Mar 2014 19:04
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Encontré el texto sumamente interesante. ¡Gracias por compartir!

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Entre letras me pierdo y me encuentro


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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 20 Sep 2016 16:14 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
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Creo que esto es de lectura obligada si se quiere aprender. Poesía no es solo alma.
Muy buen apunte. Gracias, Fer.

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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 20 Sep 2016 16:48 
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Registrado: 30 Abr 2011 23:39
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Sí, Belén, la poesía tiene algo en común con la música: es sentimiento, pero también arte y oficio; hay que saber provocar ese sentimiento. No se puede tocar el piano sin saber tocar el piano, por mucho sentimiento que se ponga. De eso trata la última parte del PDF en ese enlace.

Los tiempos que corren son un poco flojos, antes se componían cosas así:




Y ahora cosas así:




¿Por qué? Porque saben teoría, pero no tienen el don. ¿Qué hacer si, después de haber estudiado música, se es una patata componiendo? Pues mamarrachadas que aplauden otros mamarrachos. Menos mal que la música menos pretenciosa nos salva del caos. La buena música de los últimos años no tiene reconocimiento "oficial", la tratan como cosa efímera, pero con el tiempo será la que perdure. No la minimalista. Digo yo que cuando la hacen será porque a alguien le gusta. A mí desde luego no. Ni arte sin técnica, ni técnica sin arte.

La escultura, la pintura... :huh.gif: Diría que sólo la danza (en parte) se conserva; y la literatura ha mejorado. El arte es arte, e inspiración, pero la técnica, el trabajo y su conocimiento son el vehículo. Eso me parece.

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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 20 Sep 2016 17:25 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
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Y te parece bien. Estamos llenos de ejemplos en los que, como la mayoría no sabe nada del asunto, triunfa lo malo. Muy pocos te darán la razón.

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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 21 Sep 2016 03:06 
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Registrado: 28 May 2011 22:51
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¡Bienvenido el PDF! ¡Gracias, doctor H. Cutillas!!!


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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 21 Sep 2016 03:26 
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Registrado: 28 May 2011 22:51
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Si os gusta la poesía transcribo acá una diatriba crítica escrita por Witold Gombrowicz acerca de la poesía. O, mejor, acerca de los poetas.

W. Gombrowicz posiblemente les resulte un desconocido. No rebatiré esa apresurada calificación. Me salva Internet. Cualquiera entra allí y se entera de quién es él.

Mi intención no es defenestrar el arte poética (¿Quién soy para izar semejante panfleto?) Es solo hacer oír otra campana.
Menos circunloquios. Ahí va

Contra los poetas

Witold Gombrowicz - 1951

Sería más razonable de mi parte no meterme en temas drásticos porque me encuentro en desventaja. Soy un forastero totalmente desconocido, carezco de autoridad y mi castellano es un niño de pocos años que apenas sabe hablar. No puedo hacer frases potentes, ni ágiles, ni distinguidas, ni finas, pero ¿quién sabe si esta dieta obligatoria no resultará buena para la salud? A veces me gustaría mandar a todos los escritores del mundo al extranjero, fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigranas verbales, para comprobar qué quedará de ellos entonces. Cuando uno carece de medios para realizar un estudio sutil, bien enlazado verbalmente, sobre, por ejemplo, las rutas de la poesía moderna, empieza a meditar acerca de esas cosas de modo más sencillo, casi elemental y, a lo mejor, demasiado elemental.
No cabe duda de que la tesis de esta nota: que los versos no gustan a casi nadie y que el mundo de la poesía versificada es un mundo ficticio y falsificado, parecerá desesperadamente infantil; y, sin embargo, confieso que los versos no me gustan y hasta me aburren un poco. Lo interesante es que no soy un ignorante absoluto en cuestiones artísticas ni tampoco me falta la sensibilidad poética; y cuando la poesía aparece mezclada con otros elementos, más crudos y prosaicos, por ejemplo en los dramas de Shakespeare, en las obras de Dostoievski, de Pascal, o, sencillamente en el crepúsculo cotidiano,tiemblo como cualquier mortal. Lo que difícilmente aguanta mi naturaleza es el extracto farmacéutico y depurado de la poesía que se llama "poesía pura" y, sobre todo, cuando aparece versificada. Me cansa el canto monótono de esos versos, siempre elevado, me adormecen el ritmo y la rima, me extraña dentro del vocabulario poético cierta "pobreza dentro de la nobleza" (rosas, amor, noche, lirios), y a veces sospecho que todo ese modo de expresión y todo el grupo social que a él se dedica padecen de algún defecto básico.
Yo mismo creía al principio que esto se debía a una particular deficiencia de mi "sensibilidad poética" pero cada vez tomo menos en serio los slogans que abusan de nuestra credulidad. No hay cosa más instructiva que la experiencia y por eso empecé a realizar algunas muy curiosas: leía cualquier poema alterando intencionalmente su orden de tal suerte que se convertía en un absurdo y ninguno de mis oyentes (finos y cultos, por cierto y fervientes admiradores de aquel poeta) advertía la treta; o, analizando en forma detallada el texto de un poema más extenso, comprobaba con asombro que los "admiradores" ni siquiera lo habían leído completo. ¿Cómo puede ser esto entonces? ¿Admirarlo tanto y no leerlo? ¿Gozar tanto de la "precisión matemática" de las palabras y no percibir una fundamental alteración en el orden de la expresión? Pero lo que pasa es que todo este cúmulo de ficticios goces, admiraciones y deleites está basado sobre un convenio de mutua discreción: cuando alguien declara que le encanta la poesía de Valéry es mejor no acosarlo demasiado con indiscretas investigaciones, porque entonces se pondría en evidencia una realidad tan distinta de todo lo que nos imaginamos, y tan sarcástica, que nos sentiríamos sumamente molestos. El que deja por un momento las conversaciones del juego artístico, enseguida tropieza con un enorme montón de ficciones y falsificaciones, cual un escolástico escapado de los principios aristotélicos.
Me encontré, pues, cara a cara con el siguiente dilema: miles de hombres hacen versos; otros miles les demuestran gran admiración; grandes genios se expresan por medio del verso; desde tiempos inmemoriales el poeta y los versos son venerados; y frente a esa montaña de gloria -yo, con mi convicción de que la misa poética se efectúa en el vacío casi completo.
¡Valor, señores! En vez de huir de ese hecho expresamente, tratemos de buscar sus causas como si fuese un hecho como cualquier otro.



Poesía pura y azúcar puro

¿Por qué no me gusta la poesía pura? Por las mismas razones por las cuales no me gusta el azúcar "puro". El azúcar encanta cuando lo tomamos junto con el café, pero nadie se comería un plato de azúcar: sería ya demasiado. Es el exceso lo que cansa en la poesía: exceso de la poesía, exceso de palabras poéticas, exceso de metáforas, exceso de nobleza, exceso de depuración y de condensación que asemejan los versos a un producto químico.
¿Cómo hemos llegado a este grado de exceso? Cuando un hombre se expresa en forma natural, es decir en prosa, su habla abarca una gama infinita de elementos que reflejan su naturaleza entera; pero he aquí que vienen los poetas y proceden a eliminar gradualmente del habla humana todo elemento apoético, en vez de hablar empiezan a cantar y de hombres se convierten en bardos y vates, consagrándose única y exclusivamente al canto. Cuando un trabajo semejante de depuración y eliminación se mantiene durante siglos llégase a una síntesis tan perfecta que no quedan más que unas pocas notas y la monotonía tiene que invadir forzosamente el campo del mejor poeta. El estilo se deshumaniza; el poeta no toma como punto de partida la sensibilidad del hombre común sino la de otro poeta, una sensibilidad "profesional" y, entre los profesionales, se crea un lenguaje tan inaccesible como los otros dialectos técnicos; y, subiendo unos sobre los hombros de otros, forman una pirámide cuya punta ya se pierde en el cielo, mientras nosotros nos quedamos abajo algo confundidos. Pero lo más importante es que todos ellos se vuelven esclavos de su instrumento porque esa forma es ya tan rígida y precisa, sagrada y consagrada que deja de ser un medio de expresión: y podemos definir al poeta profesional como un ser que no se puede expresar a sí mismo porque tiene que expresar los versos.
Por más que se diga que el arte es una especie de clave, que el arte de la poesía consiste precisamente en lograr una infinidad de matices con pocos elementos, tales y parecidos argumentos no ocultarán el primordial fenómeno de que con la máquina del verbo poético ha ocurrido lo mismo que con todas las demás máquinas, pues en vez de servir a su dueño se ha convertido en un fin en sí; y, francamente, una reacción contra ese estado de cosas parece aún más justificada aquí que en otros campos porque aquí estamos en el terreno del humanismo "par excellence". Existen dos formas de humanismo básicas y diametralmente opuestas: una que podríamos llamar "religiosa" que coloca al hombre de rodillas ante la obra cultural de la humanidad y otra, laica, que trata de recuperar la soberanía del hombre frente a sus dioses y sus musas. El abuso de cualquiera de estas formas tiene que provocar una reacción y es cierto que una reacción así contra la poesía sería hoy totalmente justificada porque,de vez en cuando, hay que parar por un momento la producción cultural para ver si lo que producimos tiene todavía alguna vinculación con nosotros. Posiblemente los que han tenido la oportunidad de leer algún texto artístico mío se sentirán extrañados por lo que digo, ya que soy en apariencia un autor típicamente moderno, difícil, complicado y aun a veces -quien sabe- aburrido. Pero, téngase en cuenta que yo no aconsejo a nadie prescindir de la perfección ya alcanzada, sino que considero que esta perfección, este aristocrático hermetismo del arte deben ser compensados de algún modo y que, por ejemplo, cuanto más el artista es refinado, tanto más debe tomar en cuenta a los hombres menos refinados y cuanto más es idealista tanto más debe ser realista. Este equilibrio a base de compensaciones y antinomias es el fundamento de todo buen estilo, más, en los poemas no lo encontraremos, y tampoco se puede notar en la prosa moderna influenciada por el espíritu de la poesía. Libros como "La muerte de Virgilio", de Herman Broch o aun el celebrado "Ulises" de Joyce resultan imposibles de leer por ser demasiado "artísticos". Todo allí es perfecto, profundo, grandioso, elevado y, al mismo tiempo, nada nos interesa porque sus autores no lo han escrito para nosotros sino para el Dios del Arte.
Pero la poesía pura además de constituir un estilo hermético y unilateral, constituye también un mundo hermético. Y sus debilidades aparecen con más crudeza aún, cuando se contempla el mundo de los poetas en su aspecto social. Los poetas escriben para los poetas. Los poetas son los que rinden homenaje a su propio trabajo y todo este mundo se parece mucho a cualquier otro de los tantos y tantos mundos especializados y herméticos que dividen la sociedad contemporánea. Los ajedrecistas consideran el ajedrez como la cumbre de la creación humana, tienen sus jerarquías, hablan de Capablanca como los poetas hablan de Mallarmé y, mutuamente, se rinden todos los honores. Pero el ajedrez es un juego mientras que la poesía es algo más serio y lo que resulta simpático en los ajedrecistas, en los poetas es signo de una mezquindad imperdonable. La primera consecuencia del aislamiento social de los poetas es que en el mundo poético todo se hincha, y aún los creadores mediocres llegan a adquirir dimensiones apocalípticas y, por el mismo motivo, los problemas de poca monta cobran una trascendencia que asusta. Hace tiempo hubo entre los poetas una gran polémica sobre la famosa cuestión de las asonancias y parecía que la suerte del universo dependía del hecho de si es posible rimar "espesura" y "susurran". Es lo que sucede cuando el espíritu gremial domina al universal.
La segunda consecuencia es aún más desagradable: el poeta no sabe defenderse de sus enemigos. Y así vemos cómo en el terreno personal y social se pone en evidencia la misma estrechez de estilo que hemos mencionado más arriba. El estilo no es otra cosa sino una actitud espiritual frente al mundo, pero hay varios y el mundo de un zapatero o de un militar tiene poco que ver con el mundo de los versos: como los poetas viven entre ellos y entre ellos forman su estilo, eludiendo todo contacto con ambientes distintos, quedan dolorosamente indefensos frente a los que no comparten sus credos. Lo único que son capaces de hacer, cuando se ven atacados es afirmar que la poesía es un don de los dioses, indignarse contra el profano o lamentarse por la barbarie de nuestros tiempos lo que, por cierto, resulta bastante gratuito. El poeta se dirige sólo a aquel que ya está compenetrado con la poesía, es decir a uno que ya es poeta, pero esto es como si un cura endilgara su sermón a otro cura. ¡Cuánta más importancia tiene, sin embargo, para nuestra formación el enemigo que el amigo! Sólo frente al enemigo podemos verificar plenamente nuestra razón de ser y sólo él nos procura la clave de nuestros puntos débiles y nos pone el sello de la universalidad. ¿Por qué, entonces, los poetas huyen ante el choque salvador? Ah, porque carecen de medios, de actitud, de estilo para afrontarlo. ¿Y por qué les faltan estos medios? Ah, porque eluden el choque.




El vate y el ridículo

La más seria dificultad de orden personal y social que debe afrontar el poeta proviene de que él, considerándose superior como sacerdote de la poesía, se dirige a sus oyentes desde más arriba; pero los oyentes no siempre reconocen su derecho a la superioridad y no quieren oírlo desde abajo. Cuanto más aumenta el número de personas que ponen en duda el valor de los poemas y faltan el respeto al culto, tanto más delicada y cercana al ridículo se vuelve la actitud del vate. Mas, por otra parte, crece también el número de los poetas y a todos los excesos de la poesía ya enumerados hay que añadir el exceso de bardos y el exceso de versos.

Estas ultrademocráticas cifras minan desde el interior la aristocrática y orgullosa actitud del mundo de los poetas y nada más comprometedor, en ese Gombrowicz sentido, que cuando se los ve a todos reunidos, por ejemplo, en un congreso:una muchedumbre de seres excepcionales. Un artista que en verdad se preocupe por la forma buscaría alguna salida a este callejón, porque sin duda estos problemas en apariencia sólo personales están estrechamente vinculados con el arte y la voz del poeta no suena bien, ni puede ser seria y convincente mientras él mismo quede ridiculizado por tales contrastes.
Un artista creador y vital no vacilaría en cambiar totalmente de actitud y, por ejemplo, él desde abajo se dirigiría a la gente: como el que pide el favor de ser reconocido y aceptado o como el que canta pero al mismo tiempo sabe que aburre. Podría también proclamar públicamente esas antinomias y escribir sus versos sin estar satisfecho de ellos y anhelando ser cambiado y renovado por el choque regenerador con los demás hombres. Pero no es posible exigir tanto a los que dedican toda su energía a la "depuración" de su rima. Los poetas siguen agarrándose febrilmente a una autoridad que no tienen y embriagándose a sí mismos con la ilusión del poder. ¡Qué ilusos! De cada diez poemas uno por lo menos cantará el poder del Verbo y la elevada misión del Poeta lo que, justamente, demuestra que el Verbo y la Misión están en peligro... y los estudios o reseñas sobre poesía nos procuran una rara impresión: porque su inteligencia, sutileza y finura están en contraste con el tono que es a la vez ingenuo y pretencioso. Todavía no han comprendido los poetas que de la poesía no se puede hablar en tono poético y por eso sus revistas están llenas de poetizaciones sobre la poesía muy a menudo horripilantes por su estéril malabarismo verbal. A esos pecados mortales contra el estilo los lleva el temor que sienten ante la realidad y la necesidad de encontrar a toda costa una afirmación de su quebrantado prestigio.



Formas de la salvación

La ceguera voluntaria se nota también en ese simplismo tremendo en que caen hombres, por otra parte muy inteligentes, cuando se trata de su suerte. Muchos poetas pretenden salvarse de las dificultades expuestas más arriba declarando que ellos escriben sólo para sí mismos, para su propio goce estético aunque al mismo tiempo hacen lo posible por publicar sus obras. Otros buscan la salvación en el marxismo y afirman con toda seriedad que el pueblo es capaz de asimilar sus refinadísimos y difíciles poemas, productos de siglos de cultura. Ahora la mayoría de los poetas cree firmemente en la repercusión social de los versos y nos dirán extrañados: "Pero cómo puede usted dudar... Vea las muchedumbres que asisten a cada recital poético. ¡Cuántas ediciones se publican! Cuánto se escribe sobre la poesía y cuán admirados son los que conducen a los pueblos
por el camino de la Belleza."
No se les ocurre pensar que en un recital poético es casi imposible asimilar un verso (porque no basta escuchar un verso moderno una sola vez para entenderlo), que miles de libros se compran para no ser leídos nunca, que los que escriben en los periódicos sobre poesía son poetas y que los pueblos admiran sus poetas porque necesitan mitos. No se dan cuenta que si las escuelas no enseñasen a los niños el culto de los poetas en sus tristes y tan formales clases de idioma nacional y si este culto no se mantuviera todavía por inercia entre los adultos nadie, fuera de unos pocos aficionados, se interesaría en ellos. No quieren ver queja supuesta admiración por el canto versificado es en realidad el resultado de muchos factores como la tradición, la imitación y, aun otros como el sentimiento religioso o la afición deportiva (porque asistimos a un recital poético del mismo modo que a una misa -sin comprenderlo- y sólo cumpliendo un acto de presencia frente a un rito; y porque nos interesa la carrera de los poetas hacia la gloria así como nos interesan las carreras de caballos); no, ese complicado proceso de la reacción de las multitudes se reduce para ellos a la fórmula: "el verso encanta porque es bello..."
Que me disculpen los poetas. Yo no los ataco para molestarlos y gustoso tributaré homenaje a los altos valores personales de muchos de ellos; sin embargo ya se ha colmado el cáliz de sus pecados. Hay que abrir las ventanas de esta hermética casa y sacar sus habitantes al aire fresco, hay que sacudir la pesada, majestuosa y rígida forma que los abruma. Poco me importa que digáis pestes de mí y de mi nota. -¿Acaso puedo esperar que aceptéis un juicio que os quita la razón de ser?- Y, además, mis palabras están destinadas a la nueva generación. El mundo se vería en situación desesperada si cada año no entrase un nuevo contingente de seres humanos, frescos, libres del pasado, no comprometidos con nadie ni con nada, no paralizados por puestos, glorias, obligaciones y responsabilidades, seres, en fin, no definidos por lo que ya han hecho y por lo tanto, libres para elegir.


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 Asunto: Re: Si os gusta la poesía
NotaPublicado: 22 Sep 2016 02:53 
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Me gusta mucho el ensayo, el principio es demoledor y además tiene razón. Lo que explica es como una cata a ciegas. Eso no quiere decir que esté de acuerdo en todo. No rebato nada de lo que él dice, sólo doy mi punto de vista.

Me parece fundamental para hacerse una idea, saber de dónde viene esto de la poesía, cuál fue la necesidad que la creó. No quiero extenderme para no aburrir si a alguien se le ocurre leer esto. Copio directamente:

Originalmente en las primeras reflexiones occidentales sobre la literatura, las de Platón, la palabra griega correspondiente a «poesía» abarcaba el concepto actual de literatura. El término «poiesis» significaba «hacer», en un sentido técnico, y se refería a todo trabajo artesanal, incluido el que realizaba un artista. (Esa raíz griega se mantiene en el lenguaje científico: hematopoyesis = "hacer" sangre). Tal artista es el ποιητής (poietés) 'creador, autor; fabricante, artesano; hacedor, legislador; poeta', entre las múltiples traducciones que otorga la palabra. Consecuentemente, «poiesis» , era un término que aludía a la actividad creativa en tanto actividad que otorga existencia a algo que hasta entonces no la tenía. Aplicado a la literatura, se refería al arte creativo que utilizaba el lenguaje antiguo.

La poesía griega se caracterizaba porque se trataba de una comunicación no destinada a la lectura, sino a la representación ante un auditorio realizada por un individuo o un coro con acompañamiento de un instrumento musical.


Esto me parece importante, porque a nadie escapa que el lenguaje oral es una "música", se cante o no, que puede ser más o menos agradable. Y podría decirse que la poesía busca esa musicalidad agradable con mucha más fuerza que la prosa, aunque ésta también. Cuando se lee, aun en silencio esa música suena en la mente del lector.

Pero por otra parte se dice que la poesía es lírica, sentimiento. Si basta con eso, ¿cualquier escrito lírico es poesía, haya versos o no? ¿Dónde está la diferencia entre un poema y prosa lírica?

Lo enfoco en dos campos completamente distintos. Poesía como literatura que expresa el sentimiento / poesía como el arte de contar sentimientos o hechos jugando con la musicalidad de las palabras. Lo primero para mí no es poesía pero, del mismo modo que sigo poniendo la tilde en "sólo", es una decisión personal y limitada a mí mismo que no discutiré con nadie, porque esa razón me alcanza sólo a mí. La segunda es lo que yo llamo poesía: ritmo y musicalidad. Hay poemas que no son líricos, sino épicos, como los cantares medievales y otros. Si decimos que poesía es sólo lírica, ¿qué son el Mio Cid, el Cantar de Roldán, el de Don Rodrigo y otros muchos?

En cada ramo, por cada genio hay mil mediocres o peor que eso. Y en poesía también, pero eso no quiere decir que la poesía sea mala, sino que hay malos poetas. Y también hay, a veces, un mal enfoque de la poesía, cuando algunos la convierten en una especie de crucigrama donde las palabras han de rimar aunque peguen, si pegan, por los pelos. En un tiempo, la poesía se convirtió en una habilidad, no un arte. Hay un ejemplo en el que esto es explícito:

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.


¿Esto es lírica, épica? Es sólo habilidad con las palabras, además ése es el tema de este soneto: un juego, un pasatiempo. Y aún este no tiene palabras forzadas, que otros... Por ejemplo:


Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud se cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.

Luz que no se derrama, ya diamante,
detenido esplendor del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de cenizas y fuego equidistante.

Espada, llama, incendio cincelado,
que ni mi sed aviva ni la mata,
absorta luz, lucero ensimismado:

tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra oscura.


También de Quevedo.

En resumen, Eduardo, la poesía es un arte enorme, las composiciones llevan tiempo, un gran dominio de la lengua, requieren un sentimiento genuino, o una historia, y está al alcance de muy pocos. Pero cuando se transforma en pasatiempo o juego de letras —lo que sólo hacen bufones y necios— llega esa cosa insulsa, sin significado, una música rimbombante sin contenido, y eso no es poesía aunque lo parezca por ser un escrito en forma de columna.

Hay poemas buenos. Con uno sólo que hubiera, ya no se podría decir que la poesía es un fraude. Hay muchos. Y muchísimos más que son malos, malísimos. Porque hay malos poetas, como malos músicos, malos escritores y malos pintores.

Casi todas las artes han seguido un proceso parecido: surgen de la sublimación de un sentimiento, se perfeccionan, se abarrocan y se convierten en habilidad o artesanía y por fin, en los tiempos que corren, la ley del mínimo esfuerzo. Si se mezcla con política, ufff :crying.gif: Y, de vez en cuando, algo genial.

Personalmente, a mí no me gusta mucho la "poesía pura", apenas la leo, pero la poesía popular, a menudo musicada, esa sí.





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