Letras entre amigos

Saludos desde Tarragona - España / Salutacions des de Catalunya - Espanya
Los halagos ensalzan nuestro ego, pero una crítica constructiva nos hace más sabios. JGM.

Tendré que pasarme más por "you tube"...¡se encuentran unas cosas!

Y siempre, Jósgar. Date una vuelta por la historia: la expoliación a judíos y árabes con los Reyes Católicos o, cómo en la época del imperio carolingeo, de Felipe II, en las colonizaciones, en la conquista de América, en la primera y segunda guerra mundial o en la guerra del Golfo primaban estos intereses metidos en estuches ideológicos...¡siempre!
Pero en la edad contemporánea, y con la democracia instalada en el mundo occidental, cuando esto llegaba a la opinión pública, el poder judicial se encargaba de frenar (malamente, pero lo hacía) los desmanes (no sé si recordarás Watergate, Brandt, Giscard d´Estaigne etc) hoy, no. La sociedad está cansada y tiene "pataletas" pero no actúa; al no hacerlo ella, no lo hacen los jueces, libres de pecado. Nunca ha habido más actividad en el poder legislativo ¡nos inflan a leyes!, nunca hubo más manipulación e inmoralidad (en el sentido que da la RAE a la moralidad como base de la convivencia humana y la escala de valores —no transcultural— necesarios para que exista una sociedad, no me refiero a ninguna otra).
Estamos en una sociedad enferma y decadente. No me cabe la menor duda de que hemos llegado a una sociedad agónica siguiendo el curso cíclico de la historia y si no imitamos (que no lo haremos) a las países emergentes, no nos quedará nada.
No soy pesimista (cuando lo hablo, me tildan así), soy realista. No sería concebible un Berlusconi o un ZP, ni siquiera un Rajoy, hace años. Creo, que o esta sociedad asume una nueva educación social o ¡mal nos vemos!, nos pasará como a los bizantinos: hablando del "sexo de los ángeles" mientras son conquistados por los persas.
Un buen hilo para comentarlo, aunque mi post no será popular ni lo que, quizás, se espera. Tenemos políticos venales en una sociedad igual. ¿Qué esperamos? Sigo confiando en que surga una nueva generación de tecnócratas que se pongan al mando y arreglen Occidente, luego ¡ya hablaremos de ideología! Primero pan y, después, filosofía. Sé que no habra suerte en ello, la sociedad quiere compatilizar, en un estado crítico, ambas coas. No será, para mi, posible.
Un abrazo.

El principal problema que agrava e impide resolver la crisis económico-financiera que afecta a Occidente y muy especialmente a Europa es la degeneración política de la democracia. Desde la Revolución Francesa, la democracia, además de respetar los derechos humanos, se convirtió en un factor de progreso, de tal manera que los países con régimen democrático eran los más avanzados del planeta también desde el punto de vista económico, gracias sobre todo a la aparición de una clase media que se convirtió en el principal factor de estabilidad, pero ahora empieza a ocurrir lo contrario. La perversión del sistema la está convirtiendo en ineficiente.

Las democracias no están siendo capaces de garantizar el progreso a las generaciones venideras, la crisis –y las medidas que adoptan los gobiernos para hacerle frente– está castigando sobre todo a las clases medias. En cambio, países con regímenes que no respetan los derechos humanos ni muestran ningún escrúpulo en la explotación del hombre por el hombre emergen como económicamente más dinámicos. El ejemplo paradigmático es la República Popular China, por cierto, uno de los principales inversores en deuda soberana de España y de Estados Unidos. ¡Qué peligro!

Observando la evolución de los acontecimientos de los últimos meses en Europa, lo más fácil es llegar a la conclusión de que se ha perdido el valor del interés general. La misma voracidad de los brókers financieros se ha practicado en el escenario político. Cuando José Sócrates intentó evitar la intervención de la economía portuguesa con un draconiano plan de ajuste, la derecha de Cavaco Silva propició el hundimiento para asegurarse la victoria electoral. El egoísmo de la oposición a Papandreu en la crisis griega tuvo efectos perniciosos parecidos que están pagando los griegos más que nadie. En España, el PP ha dejado que Zapatero se consuma a fuego lento. ¿Y Angela Merkel? La canciller alemana demoró decisiones que urgían y afectaban a todos sólo para evitar el castigo electorla en comicios regionales que, por cierto, acabó perdiendo... La voracidad por el poder es la causa de la degeneración. A los gobiernos les cuesta tomar decisiones y cuando las toman la oposición las boicotea y/o abandera la protesta para sacar partido del descontento. Los problemas cotidianos se resuelven tarde, mal y nunca, y lo peor es que en estas circunstancias el futuro ha dejado de existir. No se prevé, ni se prepara. Cuando no hay acuerdo en la UE sobre las medidas inmediatas para frenar la especulación, reflexionar sobre la Europa del futuro se antoja como un capricho intelectual. En Catalunya, ahora mismo, el Govern no puede ocuparse de nada más que de poder pagar la nómina y parece que este mes, con paga doble, es una misión imposible. La oposición espera impaciente a celebrar el desastre. Y de la Catalunya del futuro sólo se ocupan en Pekín.

Desde la Revolución Francesa, la democracia, además de respetar los derechos humanos, se convirtió en un factor de progreso, de tal manera que los países con régimen democrático eran los más avanzados del planeta también desde el punto de vista económico, gracias sobre todo a la aparición de una clase media que se convirtió en el principal factor de estabilidad, pero ahora empieza a ocurrir lo contrario. La perversión del sistema la está convirtiendo en ineficiente.

Las democracias no están siendo capaces de garantizar el progreso a las generaciones venideras, la crisis –y las medidas que adoptan los gobiernos para hacerle frente– está castigando sobre todo a las clases medias. En cambio, países con regímenes que no respetan los derechos humanos emergen como económicamente más dinámicos. El ejemplo paradigmático es la República Popular China, por cierto, uno de los principales inversores en deuda soberana de España y de Estados Unidos.

Observando la evolución de los acontecimientos de los últimos meses en Europa, lo más fácil es llegar a la conclusión de que se ha perdido el valor del interés general. La misma voracidad de los brókers financieros se ha practicado en el escenario político. Cuando José Sócrates intentó evitar la intervención de la economía portuguesa con un draconiano plan de ajuste, la derecha de Cavaco Silva propició el hundimiento para asegurarse la victoria electoral. El egoísmo de la oposición a Papandreu en la crisis griega tuvo efectos perniciosos parecidos que están pagando los griegos más que nadie. En España, el PP ha dejado que Zapatero se consuma a fuego lento. ¿Y Angela Merkel? La canciller alemana demoró decisiones que urgían y afectaban a todos sólo para evitar el castigo electorla en comicios regionales que, por cierto, acabó perdiendo... La voracidad por el poder es una de las causas de la degeneración. A los gobiernos les cuesta tomar decisiones y cuando las toman la oposición las boicotea y/o abandera la protesta para sacar partido del descontento.