Letras entre amigos

      El olor a carne putrefacta que arrastraba el viento se filtraba por las rendijas de las puertas y ventanas. Fito sabía que provenía del cuerpo de su abuelo que permanecía afuera, en el patio, no más lejos de lo que sus fuerzas pudieron arrastrarlo. Quiso cavar un hoyo para meterlo dentro como había visto hacerlo con su abuela ya hacía tiempo, pero la pala era demasiado pesada. Para evadir el ruido de los truenos se concentró y recordó las veces que fueron los dos a visitarla al cementerio. «Ella está en el cielo», decía su abuelo. Se preguntó si él también estaría arriba entre las nubes. Lo dudaba, pues se estaba pudriendo en el patio. Y para ir al cielo debía estar bajo tierra en el cementerio. Concluyó.

      Fito esperó en la oscuridad, escondido en un rincón alejado de las ventanas, tal como su abuelo le había enseñado que lo hiciera cuando hubiera tormenta, hasta que el viento amainó.

      Y llegó el silencio.

      Era tan pesado que casi podía sentirlo en sus espaldas; por un momento prefirió que siguiera ululando, a sentir la soledad como compañía. ¿Cuánto tiempo habría de soportar el hedor que despedía el abuelo? Se preguntó. De haberlo sabido no le habría clavado la estaca en el pecho. Pero debió hacerlo, estaba convencido de que era un vampiro, las señales eran claras. El libro lleno de dibujos que dejó el forastero no podía estar equivocado. Su abuelo siempre le había dicho que la sabiduría estaba en ellos, caviló Fito.

      Las luces del alba iluminaron con timidez el entorno desolado que Fito veía desde la puerta. Salió y se acomodó en el largo banco donde solía sentarse con su abuelo a contemplar el horizonte, el mismo por donde vieron acercarse al forastero que le regaló el libro cuando se enteró de que sabía leer. Desde ese día fue su compañero inseparable. Lo sujetó fuertemente para que no se terminaran de desprender las hojas que de tanto manosearlas estaban casi sueltas. Tenía hambre, pero recordó que cuando leía su libro se olvidaba de comer, así que empezó a pasar las hojas tantas veces recorridas, para engañar al estómago, y se fijó una vez más en el vampiro. Drácula, se llamaba. El mismo corte de pelo de su abuelo, los mismos ojos, y hasta la misma sonrisa. En lo único que difería era en que su abuelo no tenía colmillos, o por lo menos, nunca se los había visto, pero no le cabía la menor duda de que era él. Con sumo cuidado dejó el libro en el asiento y se dispuso a mirar el horizonte, extrañando los días en los que él y su abuelo lo hacían.

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El presente es tan efímero que justo cuando lo notamos, se ha esfumado. Escribo para no olvidar esos momentos fugaces.
B. Miosi

http://www.bmiosi.com/

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"Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la vida".
J.J. Rousseau

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Nunca mires tras de ti, si no quieres enfrentarte a tus miedos.

¡Esperaré otras opiniones antes de responder, Juanan! Veré si otros lo entienden igual

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B. Miosi

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Lo he entendido. Yupi.
Y me ha gustado. Me ha encantado eso de tener al abuelo oliendo a morrina. Vale, "encantado" no es la palabra más adecuada. Me gustó esa relación especial entre el nieto y el abuelo, que el nieto rompe, y de qué manera, por la influencia de un libro (ay los libros esos buenos amigos que nunca te fallarán)*. Sólo por ese detalle de los libros y la mano misteriosa que anima esa lectura haciendo que se vuelva contra el abuelo las buena senseñanazas que le dio al nieto, ya me parece un relato estupendo.
me viene, si acaso un poco superfluo parte del último párrafo. me gusta la última frase para cerrar el relato, pero todo lo que se cuenta en él ya lo henos entendido (la relación especial nieto-abuelo, la mano negra sobre el nieto, lo del vampiro. Es decir, a ver si me explico, de ese párrafo me sobran los datos que ya se repiten y me gusta el final. En cualquier caso, está muy escrito y eso hace que, pese a pensar que le sobra algo, sea un placer leerlo.

*este comentario quería ponerlo entre esos guiones largones que, hubiera jurado sobre la Biblia, nunca tuvo mi teclado. Gracias al señor Justiziero (gracias señor Justiziero) aprendí lo que tenía que hacer, pero...me acabo de hacer un lío con los números y no me sale nada...

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Saludos desde Asturias.

Hola, Blanca.

Este relato encierra una buena enseñanza, y es cuan importante son los libros en nuestra vida, je je je.
El nieto le pasó como a Don Quijote, se entregó muy de lleno a la lectura del libro de vampiros.
Algo no me queda claro, y es: ¿qué tuvo que ver el nieto con la caída del abuelo?
Y pensé que dirías algo sobre el estado en que amaneció el abuelo después de la tormenta o si fue que el viento se lo llevó.
Muy buen relato, amiga.

Besos.

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http://antony-sampayo.blogspot.com

Eah, Juanan, cambiaste un poco la trama de mi cuento pero te lo perdono porque te gustó, je, je,

Aunque debo aclarar que el cuento no termina con el desconocido y el niño sentados mirando el horizonte. ¡Lo niego!

La otra interpretación que le das es alucinante!, muy buena!

Muchas gracias por compartir tus ideas, Juanan!

Besos,
Blanca

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B. Miosi

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Ja, ja, Pepa, tú sí eres... ¿Así que lo entendiste? ¡yupi! ja, ja,

Voy a empezar a pensar que estoy escribiendo con las dos manos izquierdas, ja, ja, ahora chiquilla, dime: ¡¡¡¿Cuál mano negra?!!!

Te lo juro que he buscado la dichosa mano y no la encuentro.

Tal vez tenga algunas escenas redundantes, en eso estoy de acuerdo, pero lo de la mano negra... hay Diosito, ahora mis cuentos se escriben solos.

Gracias, Pepa!
Blanca

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B. Miosi

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Resulta que tengo que explicar cómo se cayó el abuelo... díganme eso.

¡¡¡Antony!!! el niño no tuvo nada, pero nada que ver con la caída del abuelo. El anciano se encontraba arreglando el techo cuando se cayó!!

Por favor, ahora no me preguntes qué sucedía con el techo porque te juro que no lo sé.

El nieto aprovechó la coyuntura para matar al abuelo, de quien sospechaba que era un vampiro. ¡Fiu!, estoy agotada, menudo trabajo dan mis cuentos!

Besos!
Blanca

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Y ahora Milagros me quiere sacar la frase que más me gusta de toditito el cuento.

¡Socorro! ¿por qué dices que no te gusta? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?

Son los pensamientos de un niño, su manera de razonar, (creo)

Pero lo bueno es que resto te gustó, ¿vale?

¡Muchas gracias!

Besos!
Blanca

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