Ya lo leí sin precipitación. Creo recordarlo, de BV, ¡tiempos aquellos!
A Adán (buen nombre, ¡qué más da madera que barro!) no le salen las cosas como pensaba.
Es muy difícil el arte de pedir deseos. Hay quien pidió volar y se estrelló por olvidar incluir en el deseo un aterrizaje suave. O quien pidió una chaqueta y era cuatro tallas menor que la suya. Si alguna vez pido un deseo llevaré mucho cuidado, no me pase como al muñeco.
¡Qué sensación tan desagradable ha de ser encontrar a un desconocido dentro de tu casa, aunque no esté haciendo nada! Y si encima, cojo y tuerto, intenta besarte… Sin embargo la niña lo sabía, pero ¿cómo podría haberla creído?
Así que el pobre Adán sólo quería ya volver a ser muñeco y que algún gato se lo llevará a cualquier parte. Suele pasar.
Me ha gustado volver a leerlo. Besos.
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Saludos desde Barcelona - España.