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 Asunto: Intimidad
NotaPublicado: 17 Nov 2011 15:43 
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Registrado: 10 Nov 2011 11:01
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Una ráfaga se cuela bajo la falda. Siente el roce en el tobillo, levanta la vista del libro y busca el accidente distraída. Parpadea ante la luz creciente de la mañana. Es una hoja de olivo. Se despereza. Aspira la palidez aventada de la calle, regusto a plumón de pájaro nuevo. Imagina los campos, el sol que salpica de cuchillos los forrajes agitados por el viento. Huele a roca enjabonada en lavanda, bruñida por la lluvia y tendida a secar.
La incomoda un estremecimiento inoportuno de cosas por hacer, pendientes, tareas silenciadas que pugnan por la prioridad aprovechando su confusión, recién arrancada de la lectura. Se aproxima al balcón y le corta la raja de viento con un empujón decidido, casi irritado, a la ventana entreabierta. Se detiene a la espera tras las defensas transparentes.
A pesar del sol, una tajada de luna no acaba de descender sobre las terrazas blancas. La observa y, mientras se miran sus espíritus lunares, la mujer toma conciencia de su posición y decide ponerse a pensar. ¿En qué?
Se mantiene quieta, intuyendo un desconcierto cercano, con pretensiones de agarrarlo con la razón y pedirle explicaciones o acaso rendirle cuentas, depende. La inquietud resuena con breves retortijones, como un bullicio de incógnitas sin resolver, sin respuestas, y busca una reconciliación acechando los gestos de otras personas más allá de los cristales, indagando significados en sus actos mientras respiran el aire limpio.
Al amparo del porche, en la casa de enfrente, un gato la observa con indiferencia tendido a los pies del vecino que lee. Ignora las bandadas de grajos que vuelan sobre los tejados. La mirada felina le asciende por la espalda como un lengüetazo. ¡Bastardo!, murmura.
Abajo, en el jardín, un hombre arranca hierbas jóvenes bajo los cipreses. Es su marido, un ser en el que confía. La mujer entretiene la mirada en las humedades de sus axilas, frías: la desgana férrea le trae regustos de un odio incomprensible que intenta contener sujetando un mechón rebelde detrás de la oreja, un último esfuerzo, un gesto postrero por concretarse y evitar la dispersión de una inquietud que no deja de serle familiar. Trepan hasta el balcón las voces lejanas de niños ocultos, quizás los suyos. Se le suelta entonces una sonrisa amable y entorna los ojos como si la respuesta revoloteara de repente en el fulgor de sus ojos azules y la tuviera ya en la punta de la lengua, casi pronunciable. Se deja rodar por el camino menos ingrato: es amor, es un cariño grande y extenso que la derrama, como un océano de olas tenaces y corrientes marinas que son caminos de vida. Es su propia existencia que se diluye sobre la vasta superficie rizada destellando en las escamas de peces voladores. ¿Por qué esta inmensidad que la rebosa no apacigua entonces los aullidos temibles del viento? ¿Por qué el vértigo de estos torbellinos? ¿Por qué esta náusea súbita en los sudores de su marido?
La sorprende sostenida en sí misma, transparente. Ve cómo la observa desde abajo, su cara perpleja contra el cristal, quizás el cielo reflejado en la humedad de sus ojos. El hombre sonríe y atraviesa el jardín en dirección a la casa. El gato ovillado ha cerrado los ojos, ignora los remolinos del viento. Un silencio quieto mantiene el tiempo en suspenso, atento, detenido a su alrededor mientras las cosas se deslizan al margen, como si hubiera sido extraída y encapsulada. Contenida y ajena, le sobresaltan las pisadas mullidas y deportivas de su hombre. Siente el decidido abrazo de sus manos en la cintura, aplastándole los glúteos contra su pelvis. El blanco de la dentadura le marca el cuello, no muy fuerte, pero tampoco flojo. El olor verde de la hierba recién arrancada se escapa de entre sus dedos vientre arriba. Tremendo consuelo olvidarse en otro.
Perezosa, se deja abrumar por la comodidad de una vida a medias. Irresponsable, se abandona a su abrazo con alivios de niña, con un querer al borde de los labios: hazme ahora, créame. Pero la mujer se intuye, a pesar de no saberse consciente y concreta. Se siente, desmenuzada, es cierto, pero se siente, y el sabor conocido de la mezcla de sus salivas entorpece los intentos creativos del hombre, ajeno a esa labor hacedora que ella le confía. La atrae contra su pecho, pero ella aparta los labios, esquiva. La persigue con dulzura y ansiedad. De nuevo escapa. Le busca los ojos por adivinar lo que su boca encierra, y lo confunde su dureza azul, su rechazo inapelable.
Descubierta y frágil, se agarra aterrada a su cuello con gestos vacíos, lo retiene obligada y en el desconcierto le susurra a la nuca: tengo tanto por hacer... Esta infame confesión se desliza como un bálsamo por los miembros crispados del hombre ―al menos, no es culpa suya―, cera caliente agradecida, y la abraza. Ella aprovecha la tregua para zafarse y arañar la perplejidad de su odio contra el gotelé de las paredes, evitando herirlo a toda costa. Sin volver la vista sale de la habitación: tengo que pelar las patatas, le dice con un hilo de voz, fino y duro como el alambre.


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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 17 Nov 2011 23:02 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
Mensajes: 2159
Hola Lautaro. Te leo con atención y deduzco, tú dirás qué hay de cierto, que te reogodeas con los detallles y las descripciones. Te sale bien y es algo que admiro porque yo no domino. No sé qué te induce a aescribir. Si es por puro vicio, pues estupendo, pero si persigues algo más, te diré que en este relato me ha cansado un poco tu prosa. Demasiado texto, demasiados rodeos, para describir, en definitiva, un estado de ánimo. No interpretes esto que te digo como algo negativo, no estoy deciendo que esté mal (aunque te apuntaré algunas cosas), sino que se aleja mucho de lo que me gusta.
Lautaro Volpi escribió:
La incomoda un estremecimiento inoportuno de cosas por hacer, pendientes, tareas silenciadas que pugnan por la prioridad aprovechando su confusión, recién arrancada de la lectura
. Esto, por ejemplo me encanta, lo encuentro genial y es un placer leerlo.
Lautaro Volpi escribió:
Se aproxima al balcón y le corta la raja de viento con un empujón decidido, casi irritado, a la ventana entreabierta. Se detiene a la espera tras las defensas transparentes.
A pesar del sol, una tajada de luna no acaba de descender sobre las terrazas blancas. La observa y, mientras se miran sus espíritus lunares, la mujer toma conciencia de su posición y decide ponerse a pensar. ¿En qué?


Esto otro lo encuentro denso y menos bello al oído. Esa raja de viento y esa tajada de luna, me parecen excesivos.

Lautaro Volpi escribió:
Al amparo del porche, en la casa de enfrente, un gato la observa con indiferencia tendido a los pies del vecino que lee. Ignora las bandadas de grajos que vuelan sobre los tejados. La mirada felina le asciende por la espalda como un lengüetazo. ¡Bastardo!, murmura.

Este párrafo me sobra.

No sé si te servirá de algo este comentario. Como ves no es muy elaborado. Creo que lo haces muy bien y que en este caso concreto, entras acertadametne en el pensamiento de la mujer, pero pienso ta,bién que se te fue un poco la mano.

Saludos y a ver qué te dicen otros compañeros.

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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 18 Nov 2011 02:53 
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Registrado: 30 Abr 2011 23:39
Mensajes: 3607
Ubicación: Barcelona - España
Hola Lautaro,

Intimidad, sí, en el sentido de los recovecos más profundos del pensamiento de la mujer.

Me parece muy difícil conseguir explicar lo que aquí explicas de un modo completamente subjetivo, intimista, como anuncia el título. Suelen agobiarme los textos sin una narrativa clara pero confieso que éste tuyo lo he disfrutado. Tienes fragmentos increíbles:

La sorprende sostenida en sí misma, transparente.

Perezosa, se deja abrumar por la comodidad de una vida a medias. Irresponsable, se abandona a su abrazo con alivios de niña, con un querer al borde de los labios: hazme ahora, créame. Pero la mujer se intuye, a pesar de no saberse consciente y concreta. Se siente, desmenuzada, es cierto, pero se siente...

Buenísimos.

Pero coincido con Pepa en que la raja suena muy vulgar, y aunque fuera ésa tu intención, no me parece buena idea. En el caso de que quieras introducir alguna connotación medio soez, buscaría otro modo.

Al principio tanto símil de plumón de pájaro y roca tendida... El problema es que no dice nada sobre la historia que sigue. Te digo lo que sentí al leer: el plumón o la roca son detalles que habrian dado un toque; las dos cosas juntas, demasiado toque.

Creo que entre accidente y distraída debe ir una coma de modo preceptivo (en la primera línea).

Aparte los pequeños detalles que comento, este texto me gusta incluso más que el del hombre sin sombra. Asombroso que un hombre describa esos sentimientos, que raramente traspasan la frontera del mundo femenino... Te felicito

Saludos

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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 19 Nov 2011 00:01 
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Registrado: 28 May 2011 22:51
Mensajes: 1244
Que tal, colega. Me he dado tiempo y más de dos leídas para comentarte mi opinión.
Leo el relato de una brevísimo desencuentro, o parte de un desencuentro en marcha.
La delineación de los pensamientos/sentimientos de ella es minuciosa y acertada, estrictamente verosímil.
A la forma de enunciar los pensamientos/sentimientos de ella la hace barroca el narrador. Lo que no está mal, solo peca de, justamente, barroca.
Todo el lenguaje entra y sale de lo metafórico/alegórico, como en un devaneo que es más del narrador que de la protagonista.
Tampoco esto último per se es rechazable. Pero engorda.
Hay unas 10 u 11 metáforas directas (incomprensible la del gato para mí):


…la palidez aventada de la calle
...regusto a plumón de pájaro nuevo
…el sol que salpica de cuchillos los forrajes
…huele a roca enjabonada en lavanda…
…la inquietud resuena con breves retortijones
…como un bullicio de incógnitas sin resolver
…le asciende por la espalda como un lengüetazo
…superficie rizada destellando en las escamas de peces voladores
…como si hubiera sido extraída y encapsulada
… cera caliente agradecida
…arañar la perplejidad de su odio
…fino y duro como el alambre

En EL HOMBRE SIN SOMBRA esta recurso a la metáfora se me antoja mejor administrada.
Chau, hasta la próxima.


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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 19 Nov 2011 10:22 
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Registrado: 23 Jul 2011 11:52
Mensajes: 3044
Ubicación: Tarragona -España
Hola, Lautaro. Un relato muy bonito y relatado en su esencia con exquisitez.

Me ha parecido que haces un uso excesivo de términos o vocablos que suenan muy bien, pero que alejan al lector del trasfondo que quieres relatar. En general, el relato lo encuentro algo recargado. Tampoco veo mucho sentido a algunas de las metáforas que empleas. Ya sabes que un exceso metafórico denota pobreza de ideas en literatura. Es por eso que te lo comento, pues tengo la impresión de que, en tu caso, las ideas y la creatividad las tienes de sobras. El hecho de relatar bajo el punto de vista femenino y sus intimidades, cosa nada fácil para un hombre, ya dice mucho en tu favor.

Aparte del aspecto metafórico, como lector no he captado ni entendido el contexto de esta frase: cera caliente agradecida,

Un saludo afectuoso.

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Los halagos ensalzan nuestro ego, pero una crítica constructiva nos hace más sabios. JGM.


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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 19 Nov 2011 13:26 
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Registrado: 05 May 2011 15:30
Mensajes: 1855
Comencemos, Lautaro, porque me gustan los textos barrocos; el tuyo lo es pero en cada metáfora encuentro un sentido; lo que las hace, para mi, válidas y, además, ¡me parecen preciosas!; sólo hay tres que me chirrían, dos por manidas (tajada y raja) y otra porque no sé qué quisiste decir (cuchillos).

Relatas las intimidades de una mujer envidiablemente (de acuerdo con mis compañeros) pero es la intimidad de una determinada mujer, la que la asusta “ser”, y prefiere “ser” a medias deseando que su marido acabe su creación como persona por ella. Me parece una magnífica idea central.

La identificación con el gato: displicente, sin ver la bandada de grajos ni los remolinos de viento, en su mundo y andando por los tejados sin sentido, me gusta mucho; y el lengüetazo que la hace saber que es igual…¡genial!

Cada una de las que has señalado, Eduardo, encuentro que dan un matiz nuevo al texto, que lo describen para enriquecerlo, no al contrario.
¿Cómo se puede describir de forma más hermosa la mezcla de amor-odio hacia su marido (que en el fondo no es más que su recriminación interior por estar demasiado apoyada en él, por esperar de él lo que solo a ella correspondería desarrollar), la hipocresía de su rechazo que hiere aunque de forma sutil (no con pistola), de su propia hipocresía, sustentada en "pelar unas patatas"?
Lautaro Volpi escribió:
tengo que pelar las patatas, le dice con un hilo de voz, fino y duro como el alambre.

O esta otra:
Lautaro Volpi escribió:
Huele a roca enjabonada en lavanda, bruñida por la lluvia y tendida a secar

Huele a roca (no siente, no es) inmersa en las cosas cotidianas que pueden se agradables, como el olor de lavanda, limpio y puesto a secar. Natural, si; pleno, no.

Daría para diez hojas la explicación de tu texto. Me ha gustado muchísimo y provocado multitud de sensaciones.

Yo te doy una medalla.
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Un abrazo.


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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 23 Nov 2011 14:19 
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Registrado: 10 Nov 2011 11:01
Mensajes: 274
Hola, Pepa

-Dices: [i]No sé qué te induce a aescribir. Si es por puro vicio, pues estupendo, pero si persigues algo más, te diré que en este relato me ha cansado un poco tu prosa.[/i]
A ver si puedo arrojar un poco de luz sobre el asunto (permíteme una sonrisa previa):

Autorretrato

A veces soy una lata en un coche de recién casados, pero yo atado a los días que me llevan dando tumbos muchas horas y de pronto me sueltan a la orilla de un jardín, o al extremo de la barra de un bar, o frente a una ventana donde suceden cosas cotidianas, aburridas, tediosas, pero interesantes de mirar sin venir a cuento, no sé por qué.

A veces soy yo, y otras no me reconozco. Entonces me sobresalto un poco y siento que no existo, me asusto y odio al que se refleja en el espejo por haberme arrebatado. Me lavo las manos con jabón y mucha agua corriente, tampoco sé por qué, y luego me seco con papel reciclado y me limpio de mí y siento como que tengo que hacerme de nuevo y que eso es posible, o sea que no todo está perdido, y una sombra de identidad se asienta en mí y parezco el de siempre y me pongo a trabajar o algo así.

A veces pierdo la edad y apenas encuentro unos pocos años, digamos doce o trece, y muchas cosas me dan miedo y otras mucho gusto, como si en esos escasos años hubiera una parte muy mala que tiene que ver con la gente y los asuntos de la gente, y otra maravillosa que sólo tiene que ver con niños que ya no existen, y con pájaros mirlos, y ramas de higuera con brevas, y azoteas para mirar las estrellas abovedadas y repletas.

A veces respiro y no sé qué cosa hedionda me entra por la nariz, y pienso si respirar es lo más adecuado y si no sería mejor dejar de hacerlo, pero luego respiro más y me pasa como a los drogadictos que absorben arenilla y de pronto se ponen tan contentos de estar vivos, igual me pasa, y lo que está ocurriendo alrededor me entra entonces a fosas llenas y pienso que si sucedió eso tan bueno que me trae el olfato ―la magdalena, la leña quemada y las pastillas de jabón Heno de Pravia― igual podría volver a ocurrir.

A veces me acuesto con ganas de no despertar nunca, pero lo hago varias veces durante la noche: me despierto y me despierto otra vez, y no paran los sueños con su cosa terrorífica y hermosa, hasta que me despierto al fin por la mañana temprano y me acuerdo de las latas del coche de recién casados y me entran ganas de que hubiera sucedido eso de no despertar más que había deseado antes de dormir, pero los sueños terribles y bellos me dan un buen rollo incomprensible y se me ocurre que si consigo llegar a la siguiente noche aún queda una esperanza de algo. No sé de qué.

A veces escribo y muchas veces no. A veces escribir me gusta, otras veces no sé qué pasa mientras escribo. A veces ni me importa, pero otras espero algo que nunca llega. Tampoco sé qué espero. Al final nada me queda claro, y si escribo es por algo y si no, también será por algo.

Fin.



-Dices: se aleja mucho de lo que me gusta.
Esto sí que es inevitable, a cada uno le gusta lo que a cada quien le gusta. No puede ser de otra manera.

-Dices: entras acertadametne en el pensamiento de la mujer, pero pienso ta,bién que se te fue un poco la mano
Entrar en el pensamiento, en el sentimiento, en las sensaciones y las emociones de la mujer, en definitiva, entrar en su corazón era lo que más me importaba. Me alegra mucho que lo aprecies.

Un abrazo, Pepa.


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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 24 Nov 2011 22:13 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
Mensajes: 2159
Hola Lautaro. Bellísimo texto este con el que respondes. No cabe duda de que tienes una especial visión de las cosas y que sabes transmitirla. Lo haces muy bien y de forma diferente.

No estuve muy acertada cuando te dije que el texto se alejaba mucho de lo que me gusta porque no es cierto y además apelar a gustos personales cuando se hace un comentario es casi una majadería. Tu "intimidad", como el "autorretrato", me gustan porque como te digo, expresas cosas certeras, con las que cualquiera puede identificarse en un momento dado, de forma diferente.
Y cuando te preguntaba que por qué escribías, lo único que quería decir es que si era por puro vicio, pues adelante con lo que te gusta, pero que si tu idea era publicar, como ocurre con algunos de los que están aquí, pues que merece la pena revisar y soltar algo de lastre. "Intimidad" me costó varias lecturas atentas y ahí afuera no dan esa oportunidad. Eso era lo que pretendía decirte. En cualquier caso, las opiniones de los demás son muy positivas y tal vez sea yo la equivocada. Que tienes aquí un par de grandes trabajos no hay la menor duda.
Saludos

_________________
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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 25 Nov 2011 00:12 
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Registrado: 10 Nov 2011 11:01
Mensajes: 274
Dice Panchito: Al principio tanto símil de plumón de pájaro y roca tendida... El problema es que no dice nada sobre la historia que sigue. Te digo lo que sentí al leer: el plumón o la roca son detalles que habrian dado un toque; las dos cosas juntas, demasiado toque.

Dice Eduardo: Todo el lenguaje entra y sale de lo metafórico/alegórico, como en un devaneo que es más del narrador que de la protagonista.

Dice Jósgar: Me ha parecido que haces un uso excesivo de términos o vocablos que suenan muy bien, pero que alejan al lector del trasfondo que quieres relatar. En general, el relato lo encuentro algo recargado. Tampoco veo mucho sentido a algunas de las metáforas que empleas. Ya sabes que un exceso metafórico denota pobreza de ideas en literatura.

Podríamos decir que estos tres comentarios apuntan en la misma dirección, o parecida. No dudo que se pueda llegar a esa pretendida intimidad de la mujer por otros muchos caminos, algunos más concisos y mucho menos descriptivos, pero yo no encontré otro mejor. Había hecho el intento otras veces. Necesitaba acercarme a esa mujer, y por extensión a “la mujer”, a través de mis propias sensaciones dentro de ella. Así fue como la sentí. Toda la acción es interior, pero a la vez todo su interior es removido por pequeños “sucesos” exteriores, cotidianos, del momento. La mezcla del entorno y de ella misma está tan entreverada que es imposible separarlos. En general, la mujer (o cierto tipo de mujer), a diferencia del hombre (o cierto tipo de hombre), no tiene esa sensación de individualismo primario que nos caracteriza (a tantos hombres) y que a menudo se confunde con el egoísmo: la mujer es en el mundo y en la vida, con el mundo y con la vida, formando parte, integrándose sin demasiada consciencia, sólo porque tiene esa capacidad extraordinaria de intuir su medida, de saber, aunque no lo parezca, su sustancialidad definitiva e indefinida. Ellas saben y eso las inquieta, sobre todo cuando nos observan tan simples y tan arraigados al suelo como el ficus del jardín, naturalmente.
Simples y sólidos de alguna forma, y por eso protectores.
Complejas e indefinidas, seguras del sentido y del sinsentido.
Sólo pude acercarme a ella con sensaciones, intuiciones y emociones. No sé de otra manera. Sin metáforas habría parecido un ensayo, al menos si lo hubiera escrito yo.

El comentario de Milagros me ha dejado tan “tocado” que se lo comentaré aparte en otro momento.

Muchas gracias por el interés y los comentarios.


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 Asunto: Re: Intimidad
NotaPublicado: 25 Nov 2011 03:57 
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Registrado: 02 May 2011 03:24
Mensajes: 885
Ubicación: Caracas, Venezuela
Me ha encantado "El autorretrato".

"Intimidad" en cambio, si bien es un texto cuidadosamente escrito, no lo he logrado comprender. Es una mujer que mira a través de la ventana al marido y cuando este se acerca y la desea ella lo odia y se aleja.

Tienes una idea muy romántica acerca de cómo piensa y siente una mujer, Lautaro, y es algo que supongo encantará a la mayoría de las mujeres, pensarse inaccesibles, lejanas y frías con el hombre que las desea, sentirse insegura, porque intuye que él le ha sido infiel y por eso lo odia, le dice ¡bastardo! y lo castiga a su manera.

No sé hasta qué punto un cuento así de críptico esté escrito no en función de una historia sino en función de un conjunto de imágenes bellas para quien así las perciba, en todo caso, yo como mujer no me siento identificada con la mujer de tu relato. Si el hombre me engaña converso con él y si no hay remedio, me retiro para siempre, doy paso a la otra y les deseo felicidad. Pero claro, no soy una mujer muy normal que digamos, lo reconozco.

Un saludo,
Blanca

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El presente es tan efímero que justo cuando lo notamos, se ha esfumado. Escribo para no olvidar esos momentos fugaces.
B. Miosi

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