Debí de ser la única que no comenté este relato, por supuesto llegué mucho más tarde, aunque sí lo había leído y disfrutado la magnífica disección en la que la autora recrea la: ESCRITURA MANUAL. El prota está enamorado de la pescadera, gasta en pescado lo que no tiene pero, ahí está el marido pidiendo un salmonete, ella se afana en elegir el más hermoso y coloradote...
Y entran en danza los celos que muerden como puñales.
Mi trabajo pende de un hilo. Hasta mi jefa, una maniática del teclado, esta vez escribió a mano la carta de mi despido, la muy puta.
Se me ocurre que el final es un berrinche del prota. El marido es el marido,
¿Qué se había creído?
Un placer
Abrazos