acechos
Estallidos unicornios
de arriba al infierno.
Contrastes lívidos
contornos azulados;
Son mis palabras
vientos sureños,
casi nada, casi lejos.
De ojos almendros
son los corazones,
tardes visiones
de noche saltan curiosos;
destellos crédulos
potros alados
fotografías petrificadas.
Espantos, miedos, sinsabores…
Triste cabalgadura
de la figura fulgurante,
acerca la muerte, próxima.
Dulce de abejas
resulta la azúcar
tan amarga; ulcera curtida;
hueso, musculo y sangre
de mis cartones articulados.
Se levantan al unísono
del sueño profundo, morbo y entierro.
Hombres se levantan, hombres se arrodillan,
hombres extienden sus brazos
unicornios reventados,
potros alados sacrificados…
es mi pluma envenenada
hundida en el tintero.
Marco la estrella altiva
lejana, resucitada.
Son silencios amarrados
suicidios magníficos;
mi pueblo, mi gente.
La niña que espera
paciente el horizonte
perdido.
mario a.
16 sep 2013