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 Asunto: EL DOCTOR DOSKO
NotaPublicado: 22 Abr 2017 22:26 
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El doctor Dosko


Es domingo. A menudo el doctor Dosko experimenta la necesidad de hacer aquello que realmente le place. Al mismo tiempo se le cruza una especie culpa por el solo hecho de permitírselo pensar.
Le sucede a las seis de la mañana, hora en que termina de darle el desayuno a su esposa. Absorto en ese pensamiento lava las tazas en que han tomado el té. Lo interrumpe el hilillo de agua que sigue brotando de la canilla aun después de cerrarla. Ya no cierra bien, se dice, hoy mismo cambiaré la guarnición. Algo tan simple y necesario. Después de levantarse a orinar antes de que salga el sol ya no puede dormirse de nuevo. Al tic tic pausado de la gota sobre la bacha se le suma el del reloj despertador. Se queda con los ojos abiertos hasta que amanece, vuelto hacia el bulto oscuro de su esposa. Vigila su respiración apacible y profunda. Fantasea con tomar, de cuando en cuando, un par de ansiolíticos de los de ella y despertarse sin culpas a la hora que sea.
El doctor Dosko devuelve las tazas limpias y secas a su lugar en la alacena, al lado de la pila de medicamentos. Esta mañana volverá a postergar la reparación de la canilla y tampoco verificará las fechas de vencimiento de los remedios de su esposa. Es porque lo ha asaltado de golpe ese deseo de hacer lo que quiere hacer. Más allá de la ventanita de la cocina el día luce espléndido.
Pregunta a su esposa si necesita algo más, aunque ya sabe que no recibirá respuesta. Entonces enciende el televisor y la radio y se queda parado en medio del comedor, secándose las manos con el trapo de la vajilla. Afuera no hay aún ruidos de gente o de autos. Pero la claridad entra por todas ventanas y a través de los visillos de la puerta de calle, invitándolo a salir.
El doctor Dosko suele disfrazar con mínimas gentilezas su conducta cuando ésta le parece inapropiada. Solo después de darle los medicamentos de la mañana a su esposa y acomodar el televisor frente a ella se siente absuelto de culpa y sale de la casa con su valija de médico.
Mira hacia el lado Norte de la calle. La vereda luce amarilla, cubierta de hojas secas de los fresnos. Le son agradables los días de otoño. Al igual que los de la primavera. A esa hora uno no se cruza con demasiados vecinos ni debe cumplir con los saludos de costumbre.
El pasillo de lajas coloradas dista a solo una cuadra. Lo suficientemente cerca para que pocos lo vean pasar a esa hora. Además, es un médico asistiendo a una urgencia. El paso rápido, la cabeza gacha, el maletín.
El pasillo es amplio, bordeado de canteros repletos de esas florcitas que sobreviven a cualquier estación. Una larga fila de departamentos a ambos lados, sus fachadas abiertas a la claridad mañanera.
Antes de que el doctor Dosko toque el timbre Isabel viene a abrirle. Lleva un rociador en la falda y lo saluda desde lejos cruzando un dedo sobre los labios para que él no despierte a los vecinos. Isabel se demora en llegar hasta la cancela. Zigzaguea con su silla de ruedas de un lado a otro, deteniéndose aquí y allá para rociar las plantas.
El doctor Dosko sonríe. Sabe que Isabel se demora adrede para hacerse desear. Solo lo justo, como para que no se enteren los vecinos.
Él empuja la silla pasillo adentro, hasta la puerta de ella. En el trayecto se murmuran bromas. Ríen calladamente, como cómplices inofensivos. Adentro huele a té con leche y pan tostado. Él la alza de la silla de ruedas hasta sentarla en su falda y desayunan juntos. Hablan de todo, se disputan esa alegría de una vez por semana.
Él la apreta contra sí como para aferrado a alguien real por siempre. La besa. Primero en el cuello, luego en la boca. Sus manos buscan. Ella se reclina contra él hasta que la claridad es más alta a través de la ventana que da al pasillo. Le pasa la mano por el pelo.
—Solo puedo desearte—dice— Pero no siento nada de la cintura para abajo. Vos lo sabés. Y no voy a pedirte perdón por eso. Esta soy yo.
—Ya sé. Pero quiero volver. Este soy yo.
A los vecinos del barrio les intriga que el doctor vuelva a esta hora de un domingo, con su valija de médico y de a pie.
El doctor Dosko entra a su casa y se queda parado en medio del comedor. Está todo en orden. Su esposa dormita en la silla de ruedas. Apaga el televisor, corre una silla y se sienta frente a ella.
Le habla, le cuenta cosas, le cuenta de todo. Ella dormita. Ya hay voces de gente y ruidos de autos en la calle. Pese a eso aún puede oír el goteo de la canilla sobre la bacha. Quizás pueda poner todo en orden. Mañana o pasado. O después del próximo domingo.


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 Asunto: Re: EL DOCTOR DOSKO
NotaPublicado: 23 Abr 2017 21:14 
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Registrado: 30 Abr 2011 23:39
Mensajes: 3607
Ubicación: Barcelona - España
Hola, Eduardo.

Un tema triste y muy literario, imagino que llega un momento en que el lector se pregunta qué haría, de estar en el lugar de uno de los personajes. En una pareja, uno de los dos no está bien, inútil para la relación sexual. Se supone que el otro aguantará hasta cierto límite, que será inevitable que de forma más o menos abierta busque consuelo, y el peligro está en que ese consuelo acabe creando un dilema.

Y cuando estaba pensando en todo esto, veo que la amante va también en silla de ruedas, que tampoco con ella es posible hacer "nada"... pero sí el deseo, los besos, etc. La lectura al final es sorprendente, el descubrimiento de que la única invalidez es la que se aloja en el ánimo y en las neuronas. No confundir con culpabilidad, porque ninguna invalidez se elige, tampoco la de las neuronas.

Si la amante fuera una mujer normal, no se podría considerar infidelidad porque no habría color, un caso muy distinto. Pero las dos juegan en la misma liga y mientras una es un saco oscuro sobre la cama, la otra se sienta en sus rodillas, lo besa y lo desea, y el hombre acude a ella clandestinamente y enamorado.

A decir verdad, sólo me rasca y muy poco —es que para eso soy muy sensible— la moraleja de lo políticamente correcto que se puede desprender. Como metáfora es perfecto, pero llevado a la realidad, y si el hombre es normal, no tardaría en aparecer una tercera en el juego y, ésta sí, completa de arriba abajo.

Puede haber otra lectura: el médico tiene debilidad por sus pacientes enfermas y tullidas, así llegó a su mujer y también a su amante, más o menos enferma de lo mismo pero en un estadio anterior.

No podría apostar por cuál de las dos lecturas te inspiraste, o quizá por otra que yo no haya entendido.

En cualquier caso, esta reducción del juego al mundo de las inválidas es muy original.
Abrazos.

_________________



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 Asunto: Re: EL DOCTOR DOSKO
NotaPublicado: 23 Abr 2017 22:25 
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Registrado: 28 May 2011 22:51
Mensajes: 1244
Gracias PANCHI. Concebí ese final porque, como dices, que la amante fuera "completa" quedaría como una anécdota en que el doctor obtiene una porción de "corrección política". Moralinesca quizás.
Después de terminarlo reparé en lo que dices: ¿es el doctor un tipejo con algún tipo de sexopatía? Creo que es más que posible, nadie salta de una sartén a otra igual. Pero ahí está, se lo dejo al lector


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 Asunto: Re: EL DOCTOR DOSKO
NotaPublicado: 24 Abr 2017 08:25 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
Mensajes: 2159
Yo interpreté el texto a mi manera y el comentario de Fernando (:wave: Fernando) me descolocó un poco. El cine, la literatura, la publicidad... parece que todo se moviera en torno al sexo. La vida es otra cosa y de ninguna manera es sexo todo lo que reluce. Si algo está sobrevalorado es el sexo. De la lectura yo deduzco que este hombre, más que convivir con una mujer impedida, lo hace con una mujer triste, con alguien que se ha rendido. Eso es mucho peor que no tener sexo porque mina el alma. La mujer a la que va a visitar es un poco de aire puro: tiene un jardín, sonríe, está deshinibida, es activa como persona, lucha, vive. Un polvo no es nada, un momento. De hecho hay una buena cantidad de personas que no es capaz de convivir con aquellos con quienes se acuesta. Lo importante es "querer" llegar a casa porque en ella hay bienestar, risa, alegría, buen humor. Y si hay una desgracia, que viva la esperanza, la lucha. Eso mantiene vivas muchas cosas.
En cuanto a la casualidad de que las dos estén invalidas yo lo encontré lógico dado que él es médico y dado que pudieron haber coincidido por la enfermedad de su mujer. No veo cosas raras en este hombre salvo la necesidad de luz en su vida.

_________________
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 Asunto: Re: EL DOCTOR DOSKO
NotaPublicado: 24 Abr 2017 19:35 
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Registrado: 05 May 2011 15:30
Mensajes: 1855
Muy interesante este texto.
Coincido con Belén en que lo que le da la segunda invàlida es la alegrìa que la primera no le da.
Pepa escribió:
De la lectura yo deduzco que este hombre, más que convivir con una mujer impedida, lo hace con una mujer triste, con alguien que se ha rendido. Eso es mucho peor que no tener sexo porque mina el alma. La mujer a la que va a visitar es un poco de aire puro: tiene un jardín, sonríe, está deshinibida, es activa como persona, lucha, vive. Un polvo no es nada, un momento. De hecho hay una buena cantidad de personas que no es capaz de convivir con aquellos con quienes se acuesta.

Exactamente lo que entendì y, cuando tu dices:
ek escribió:
¿es el doctor un tipejo con algún tipo de sexopatía? Creo que es más que posible, nadie salta de una sartén a otra igual

Ya no me sirve lo que he leido porque tendrias que haber puesto màs detalles de sexopatia que no los veo.
También él es un hombre triste:
ek escribió:
l doctor Dosko entra a su casa y se queda parado en medio del comedor. Está todo en orden. Su esposa dormita en la silla de ruedas. Apaga el televisor, corre una silla y se sienta frente a ella.
Le habla, le cuenta cosas, le cuenta de todo. Ella dormita. Ya hay voces de gente y ruidos de autos en la calle. Pese a eso aún puede oír el goteo de la canilla sobre la bacha. Quizás pueda poner todo en orden. Mañana o pasado. O después del próximo domingo.

Vive su realidad con la esposa y su fantasìa con la amante. Es un hombre que ha dejado que la vida le venza.


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com