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Giuseppe Massimo
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Autor:  ek [ 20 May 2017 23:40 ]
Asunto:  Giuseppe Massimo

El viejo más jodido e indecente que he conocido es Giuseppe Massimo. Lo digo con conocimiento de causa: es mi abuelo paterno. Todo un gran hijo de puta malhablado y sucio. Es anarquista y lo proclama en público no para realzar su personalidad sino para que la gente lo desprecie aún más. En fin y como sea, a mí me conocen más como el nieto de Giuseppe que por mi nombre, cosa que no me place pero a la cual estoy tan resignado como mi padre al que, por supuesto, nadie lo llama por su nombre.
Mi abuelo Giuseppe es electricista de autos y tiene su taller en el último curvón de la ruta, antes de entrar al pueblo. Reparar autos es la única cosa que hace decentemente con tal de que nadie le venga a reclamar una falla y tenga que verle la cara de nuevo al cliente.
Por lo demás es detestable. Tiene un perro sarnoso y gruñón llamado Molotov que orina solamente contra los neumáticos de los autos. El mismo Giuseppe suele tirarse pedos en las funciones de cine y luego caga, como por equivocación, en los mingitorios y no en los inodoros. Se baña una vez por semana, eructa en público y hace señas procaces a las viudas del pueblo. Aplaude en los entierros, ríe en los velorios y putea al cura en donde se le cruce. Huele siempre a ajo y sobacos sucios. En parte por eso mi abuela , en su momento, lo echó de la casa pero el viejo como si nada. Llevó su cama al galpón contiguo—su taller— y duerme y come ahí junto a su inseparable perro Molotov.
Pero esa es solo un detalle de las desaveniencias con mi abuela. El problema de fondo es que Giuseppe es anarco-trotskista y mi abuela Irina fue toda su vida fanática de Mussolini y del Generalísimo Franco. Creo que la única vez que se pusieron de acuerdo en algo fue para engendrar a mi padre y luego elegirle nombre: mi padre se llama León Benito (por Trotsky y Mussolini , obviamente).
Como ya dije, mi abuelo es el máximo indecente y cabrón del pueblo, pero mi abuela no le va en zaga. Desde que echó al esposo de la casa se las ingenió para conseguir sendos retratos gigantescos de Don Benito , Don Francisco y de Escrivá de Balaguer, su santo preferido. Suele cruzarse de vereda cuando va de compras al pueblo para esquivar las casas de los judíos. En la última colecta del Partido Socialista por los pobres donó una pala usada para que los indigentes se pusieran a trabajar. Entre tanto su esposo se las arregló para incendiar clandestinamente el auto oficial del Alcalde con una bomba casera de kerosén. A mi padre la presión sanguínea le subió a veinte y yo casi casi paso a huérfano. Juré ante el Señor que si papá se salvaba dedicaría mis inclinaciones políticas a la colombofilia. Ahora tengo una nidada de palomas que mean y cagan en la azotea y el jardín de mi casa pero ninguna sirve para mensajera. Mi mujer se ha puesto un tanto torva. Pensé seriamente en emplearme en un circo trashumante como encargado de la boletería y aprendiz de saltimbanqui. Se lo confesé a mi abuelo y pareció no inmutarse. Solo pidió que esperara a que él pusiera su gran puesta en escena. Con los restos de los cables que rejuntaba en su taller terminó de tejer lo que él llamaba la Gran Bufanda de Cobre. En la tarde de Nochebuena lo ayudé a subir la Bufanda al puente ferroviario que cruza sobre la línea de alta tensión. Estuvimos ahí hasta el anochecer. En el pueblo comenzaron a encenderse los arbolitos de Navidad multicolores y las calles lucían brillantes bajo los focos recién instalados por la Alcaldía.
Entonces ayudé a mi abuelo Giuseppe a extender la bufanda sobre el barandal del puente. Jamás verás mejores fuegos de San Telmo que estos, nieto querido, me dijo. Apenas le presté atención, ya que a lo lejos se oía en pitar del tren y corríamos peligro de que nos trasformara en picadillo. Pero entonces, a la cuenta de tres, dejamos caer la Gran Bufanda de Cobre sobre los cables de alta tensión.
Debo confesar que mi abuelo sabía lo que hacía. Jamás vi ni creo que volveré a ver semejante fogonazo, semejante estallido de chispas, rayos y llamaradas multicolores, semejante catástrofe de cortocircuito eléctrico. Parecía como que las llamas del infierno se hubieran desatado precozmente iluminando todo el pueblo y sus alrededores, una festejo anticipado de las Navidades que sobrepasaba con creces los tradicionales y humildes fuegos artificiales de costumbre.
Ante semejante espectáculo el tren se detuvo antes de iniciar la subida al puente y, lo más impresionante, el pueblo quedó a oscuras. La gente salió a las calles para ver ese resplandor que parecía haber sido enviado por el mismísimo Niño Jesús para santificarlos.
Hube de ayudar al abuelo para bajar del puente. No por su reuma ni por la oscuridad circundante, sino porque no podía dejar de reír a carcajadas ante el éxito de tamaña tropelía pensada y llevada a cabo por él mismo.
El Alcalde, las fuerzas vivas y los periódicos atribuyeron el atentado a grupos de extrema derecha o izquierda. Solo mi abuela Irina, antes de enfermar, dijo veladamente que se debía a algún lunático suelto. Pero nadie la escuchó porque, como era de esperar, nadie más que yo vino a velar su agonía.
El abuelo se recluyó en el taller aduciendo que tenía que tallar la cruz que adornara la tumba de su amada compañera de toda la vida.
Al entierro faltaron los pobres, los judíos y las gentes de correcto vivir. En la cabecera de la tumba, cubierta con un velo negro, esperaba la cruz que había fabricado el abuelo. Una vez que inhumaron a Irina el abuelo, orgulloso descorrió el velo. Al pie de la cruz una leyenda forjada en hierro rezaba “Sieg hail”. Alguno de los presentes murmuró que esa cruz era una svástica. Pero el asunto no pasó a mayores.


Autor:  ek [ 20 May 2017 23:47 ]
Asunto:  Re: Giuseppe Massimo

Compañeros de LEA: más de una vez he pensado que era capaz de escribir un relato que hablara de lo risible que pueden ser nuestras inclinaciones. Siempre tuve este relato en la cabeza pero recién hoy me he decidido a publicarlo.

Está escrito a vuela pluma, de manera que esta es una petición a ustedes de que me excusen de los errores que seguro hay. De todas formas, con errores y todo, se entiende lo que relata el cuento.
Un abrazo a todos

Autor:  luisa-sabel [ 22 May 2017 11:09 ]
Asunto:  Re: Giuseppe Massimo

Hola, Krü.

Me has dejado "patidifusa" con la energía que percibo en la vuela pluma que describes, un poco más,y me dejas sin aliento. Está claro que eres un Genio y a los Genios nos pueden sorprender con lo que les venga en gana. Hace tiempo que tienes esta historia en la cabeza. Y la has soltado como el que suelta un gusano antes de que el condenado se le atragante.

Pues ya está, he disfrutado en gande.
Abrazos

Autor:  Panchito [ 28 May 2017 01:57 ]
Asunto:  Re: Giuseppe Massimo

Hola, Eduardo. Un cuento atípico con "halagos a la suerte contraria", y no pocos (El viejo más jodido e indecente que he conocido... Todo un gran hijo de puta malhablado y sucio... es detestable. Tiene un perro sarnoso y gruñón llamado Molotov que orina solamente contra los neumáticos de los autos. El mismo Giuseppe suele tirarse pedos en las funciones de cine y luego caga, como por equivocación, en los mingitorios y no en los inodoros. Se baña una vez por semana, eructa en público y hace señas procaces a las viudas del pueblo. Aplaude en los entierros, ríe en los velorios y putea al cura en donde se le cruce. Huele siempre a ajo y sobacos sucios). Todo eso aunque parezca mentira es halago, en contraposición a lo que se calla sobre la abuela, que probablemente sea educada, limpia y socialmente correcta. Esto es lo que me parece más elaborado de tu cuento. La venganza póstuma al final también es un detalle, y termina de definir la situación. Si la mujer es un sargento, al hombre sólo le toca obedecer o hacerse el loco. Giuseppe se hace el loco.

Y, como otras veces, te sugeriría un pequeño :tijeras: al final.

Al pie de la cruz una leyenda forjada en hierro rezaba “Sieg hail”. Alguno de los presentes murmuró que esa cruz era una svástica. Pero el asunto no pasó a mayores.


Saludos cordiales.

Autor:  milagros [ 29 May 2017 15:59 ]
Asunto:  Re: Giuseppe Massimo

Me he reido, he visto al cabrón del abuelo, a la "derechona" de la abuela, al nieto entre ellos riéndose, al padre enfermo de vergÜenza...en fin has descrito a los personajes estupendamente y; lo que es màs dificil, has logrado el "clima". Mi enhorabuena.

Autor:  Pepa [ 31 May 2017 16:54 ]
Asunto:  Re: Giuseppe Massimo

El abuelo un guarro maleante y la esposa, una señora de derechas. :lol: :lol: :lol: yo tengo claro con quien preferiría vivir o tener de vecino. Pero hay en la narración un punto de orgullo hacia la figura del hombre cuyo motivo no acierto a comprender salvo que se vea desde el punto de vista de un niño.
Un relato distinto Eduardo. Tus historias nunca me dejan indiferente.
Saludos

Autor:  Panchito [ 04 Jun 2017 03:40 ]
Asunto:  Re: Giuseppe Massimo

Ese punto de orgullo, Belén, me sugiere rebeldía, para mí es la única explicación. Seguramente todo lo que él hace saca de quicio a la mujer y ésa es su venganza. Además de la cruz, al final.

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