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 Asunto: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 27 Nov 2016 22:24 
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Registrado: 09 Ene 2013 19:15
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Pido disculpas porque el reportaje lleva tiempo escrito y apenas revisé, por lo que estará pidiendo un buen repaso. Me vino a la memoria con la muerte de Fidel Castro.

HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS (me inclino por el segunto título)


El título me lo dio su protagonista y su historia, arraigada a su alma, es una más entre las miles de historias que tanto ayer, como hoy, el emigrante ha tenido que sufrir en carne viva. Sometidos a todo tipo de vejaciones, abuso, esclavitud, siendo en no pocas ocasiones explotados por los mismos que, hasta antesdeayer, eran compañeros de juegos en su pueblo o de pueblos aledaños y que, en esos momentos, no les dolió prenda medrar a su costa.
La frase de uno de los hermanos de mi madre pronunciada allá en los años 1910-1912, no deja lugar a duda.

De cada diez emigrantes uno se hace rico a costa de la indigencia de los otros nueve”.

Pero la vida es como un caballo de batalla que galopa dentro de nosotros. Y en la España de nuestros abuelos se parían todos los hijos que Dios tenía a bien mandar. Aunque para criarlos se pasaran mil y una calamidades. Niños de “teta” emigraban a las “Américas” con la idea de hacer fortuna. En la actualidad llegan en cayucos o pateras apilados unos sobre otros como si fuera una piara de ganado. A un hermano del protagonista de esta historia lo “embarcaron” con diez años reclamado por otro hermano. Cuando el niño llegó a su destino, su hermano había muerto. Sobran las palabras.
Pero volvamos a la historia que nos ocupa: Fernando Carvajal, vecino de Valdepares, La Granda, se marchó a Cuba en 1925. Contaba quince años. Se embarcó en la Coruña en el trasatlántico Orita de la Compañía Trasatlántica Inglesa. Le reclama su hermano Manuel que en aquel entonces trabajaba en la mar como primer oficial de la marina. El capitán era su antiguo vecino, Don José Menéndez. El barco se llamaba Baracoa.
—Cuando llegué a Cuba —dice Fernando—, me vi solo. Mi hermano estaba en la mar y, al no tener a nadie esperándome, me metieron en un lugar llamado Triscornia; el solo recuerdo de este nombre le trae malos recuerdos a Fernando. Vacunas, vejaciones, soledad. Por suerte mi hermano me sacó de allí a los tres días.

LOS PRIMEROS AÑOS DE ESCLAVITUD

—Comencé a trabajar con unos de Infanzón, como ves, casi vecinos. El único sueldo era la comida y un saco para dormir en la trastienda. El aseo personal era nulo. Aquí estuve dos largos años. Su filosofía: “el trabajo de aprendiz no se paga”. Pero trabajaba como un “negro” y, claro. Cuando decidí marchar en busca de otros horizontes, no querían que me fuera.


VASOS DE AGUA FRÍA EN LA CARA

Pero la vida continuaba siendo demasiado dura para este hombre curtido por el tiempo y por los palos que le dio la vida. Desengaños y no pocos sufrimientos que soportó estoicamente con tal de “sobrevivir”.
—Esa era mi única esperanza. Mi mayor ilusión conseguir unos dólares para pagar mi regreso a casa.
—Me fui a trabajar con un señor que, si mal no recuerdo, se llamaba Faustino. Era de Luarca. Tenía negocios en un pueblo que le llamaban Regla. Cuando el cansancio me dominaba y me costaba despertar, el venía y me tiraba vasos de agua fría en la cara.
Fernando Carvajal se quedó en silencio. Es doloroso recordar —afirmó con los ojos nublados por las lágrimas.
Pero Fernando, a sus ochenta años, tiene las ideas claras, las palabras pausadas y el mal sabor del recuerdo aún vivo en su mente.
—Recuerdo una vez que me subí a lo alto para colocar unas escobas. No sé como fue pero, de pronto, patiné y me fui a caer en medio de un barril lleno de manteca. Me quedé pegado, no podía salir de aquella trampa. El patrono vociferando y gritando; tenía miedo de que le estropeara la manteca. Al fin conseguí escapar perseguido por los gritos y amenazas de aquel hombre. Yo estaba horrorizado, temblando de miedo me escondí en un sitio que se llama la loma del burro. (Debo decir que tampoco este señor me pagó jamás un peso). Permanecí seis horas escondido, qué emoción al ver aparecer a mi hermano.
El recuerdo pesa demasiado. Su hermano Manuel, en aquel entonces, era demasiado importante en su vida. Los ojos de este hombre vuelven a llenarse de lágrimas.
—No sé lo que sería de mí si no llega a buscarme. Eso que, como es lógico, su trabajo era muy diferente al mío. El trabajaba en la mar y yo en tierra. A veces me iba hasta su casa, el estaba casado y, cuando llegaba a la puerta no me atrevía a llamar y daba la vuelta. Tenía que acostumbrarme a vivir en solitario.
Un tiempo después, Manuel, enfermo de tuberculosis, regresó a morir a España, a su casa natal.

*****

Van a permitirme un enciso en esta historia porque, las palabras de Fernando Carvajal, como decía al principio, no son un hecho aislado, sino un eslabón de la cadena humana que se lanzó a ciegas a la aventura de la vida. Entre ellos hermanos de mi madre que embarcaron a ciegas deseosos de descubrir nuevos mundos, nuevos horizontes, —debo aclarar que mi abuela materna parió felizmente dieciocho hijos de los que emigraron a las “Américas” una “riestra” de ellos.
La experiencia vivida por mis tíos, da fe de la esclavitud a la que eran sometidos, (la marcha de alguno de los hermanos de mamá fue anterior a la de Fernando).
Un día se encontraron dos de los hermanos. El más joven, Germán, llevaba el cabello demasiado largo. Cuando el hermano mayor, José María, le preguntó por qué no se corta el pelo, la respuesta fue:
—¿Con qué quieres que me corte? El patrono no me da ni un peso.
—Pues vas y le dices de mi parte que te de dinero que bien te lo mereces. Parece que Germán no se hizo de rogar y le espetón a su patrono:
—De parte de mi hermano José María, que me de usted…cuentan que la respuesta fue una paliza y que le puso de patitas en calle.
Cuando José María tuvo conocimiento de lo ocurrido, se presentó en la bodega del usurero y preguntó, como si ignorara los hechos:
—¿Dónde está mi hermano?
—¿Tu hermano? Tu hermano “habitante de la luna”.
Ante esta respuesta, la sangre ha tenido que arder en el pecho de José María, mientras le espetó:
—“Habitante de la luna lo vas a ser tú”. El sujeto, parapetado tras el mostrador, no esperaba la reacción de José María que con una mano lo alzó por encima del mostrador haciéndolo rebotar contra el asfalto, tan duro como su maldita usura.

La “fortuna” no estaba destinada para el joven Germán. Al poco tiempo, las fiebres tifoideas devoraron su cuerpo. Consciente de la inutilidad de su lucha por la vida, les hizo prometer a sus hermanos que, cada dos de ellos, hicieran uno para sus padres.

—Porque nuestros padres siempre nos tenían el cajón lleno de pan, dicen que dijo.

Y la innombrable se llevó a Germán apenas cumplidos los dieciocho años.
En casa de su madre, mi abuela, un caserón grande, antiguo, había, en efecto, una gran masera, como corresponde teniendo de comensales a dieciocho hijos, con un cajón enorme lleno de hogazas de pan.

Una cosa son los buenos deseos y otra muy distinta la realidad. Uno de los hermanos salió con un grupo de amigos a ver un hermoso trasatlántico a las afueras de Cuba. La mar que prometía calma se tornó enfurecida. Luis esperaba con el alma atrapada por la locura y la desesperación en la ensenada del puerto. En su desesperación por salvar a su hermano, rompe amarras a una cáscara de nuez y se lanzó mar a dentro a rescatar una vida ya arrasada por una mar que no entiende de sentimientos, ni del dolor de los que quedan. Las barquichuelas, junto con los osados tripulantes, fueron engullidos como trapos de deshecho, mientras el silencio de la tarde cayó como una maza destrozando al último corazón que aún espera el milagro de la vida. Luego, vendría la desesperación y el gastar hasta el último peso para que los hombres rana recuperaran los cuerpos. Porque —dijo:
“No quiero que a mis hermanos se lo coman los peces”.
Una vez identificados los cuerpos queridos, “cuentan” que José María se fue dando tumbos y nunca más se supo de él.
Cuando mi abuela Cecilia tuvo conocimiento de la muerte de sus hijos, cada noche —cuando el resto de la familia cenaba entorno a la gran mesa—, ella, silenciosamente salía al patio y, bajo la frondosas ramas de los castañales que se erguían delante del portal de su casa, hincada de rodillas clamaba al cielo para que el Todopoderoso se apiade de ella: “necesitaba una señal” para despedirse por última vez de sus hijos.
Cuando en el pecho de una madre hay tanto dolor, tanta ternura y una fe capaz de demoler montañas, algo, en fin, debió traspasar los cielos. Una noche de total silencio, de quietud, parece que “algo” comenzó a moverse delante de sus ojos. Las hojas de los castañales, pese a no moverse ni un soplo de aire, se deslizaban suavemente ante su mirada atónita, bañada por las lágrimas. Las hojas seguían su camino como arrastradas por una fuerza invisible musitando a esta madre un último y definitivo adiós. Un adiós tranquilizador porque, el corazón de Cecilia Fernández se llenó de paz. Había creído sentir la presencia de sus hijos y el roce de unos pies deslizándose sobre las hojas resecas de los castañales. Años después, cuando el último de los hijos varones decide emigrar siguiendo los pasos de su novia, lo hizo calladamente dejando una carta de despedida. Cuando sus padres leyeron la fatídica carta, no se lo pensaron dos veces. La pérdida de sus hijos debió de poner alas en sus pies. En aquellos tiempos, en que los medios de trasporte eran escasísimos. Aún así lograron llegar a la Coruña antes de que su hijo subiera al barco y, cayendo de rodillas ante él, le suplicaron que ya estaba bien de pérdidas, que regresara a casa. Pese a tener a su novia esperándole, que en definitiva, ése y no otro era el motivo de su marcha, su hijo no pudo resistir la aflicción de sus padres. Ese fue el final a la emigración de la casa de la Pumarega en Miudes, La Caridad.
Parece ser que el frustrado “emigrante” quiso traer a su novia. El la esperaría en Covadonga con todos los papeles preparados para casarse ante la Santina. A la novia no pareció gustarle la idea, o le molestó el plantón, a saber.

*****
Sin más vuelvo a lo que fue la vida de Fernando Carvajal.

LOS PRIMEROS PESOS

Dicen que no hay mal que cien años dure. La situación económica comenzó a mejorar. Fue en la Habana con unos señores de Boal.
—Se trabajaba duro. Despacho de clientes, víveres, todo tipo de mercancías. También atendía en el bar. Aquí estuve tres años y el sueldo era de quince pesos al mes. De aquí me fui a trabajar a San José Ilucena, donde ya ganaba veinte. Lo peor era la cama. Dormía en la trastienda en una “colomina”. En mi cabeza continuaba la idea de ganar lo suficiente para regresar a España. Más tarde me fui con un señor de Pola de Allande, a Figueras y Manrique. Aquí estuve seis años ganando veinte y tres pesos al mes, pero no los cobraba. Quedamos en que me los guarde hasta que los necesite. A los seis años le pedí todo mi dinero porque quería, junto con otro socio, independizarme. Me dio setecientos dólares, con otros setecientos que tenía mi socio, compramos nuestro primer traspaso.

HARTO DE VIVIR EN LA MISERIA

La bodega era estupenda. Menos ropa y calzado, vendían de todo. Pero la vida en común no funcionó. A los seis meses se separan.
—Yo estaba harto de miserias, de pasar hambre. Quería empezar a VIVIR pero, mi socio no lo entendía así. El quería seguir tan miserable como siempre, dormir en la trastienda, no se bañaba. Un día en que me fui a dar una vuelta, cuando regresé lo encontré como loco. Había tirado la caja de caudales y pisoteado todo. Estaba claro que no coincidíamos. Así que le di lo que pude de la parte que le correspondía, y el resto a cincuenta dólares al mes.

CREÍ MORIR


A partir de aquí, Fernando Carvajal fue dueño y señor de su bodega. Contrató a dos empleados, pero…
—Me puse tan enfermo que creí que había llegado mi hora. Me pasé un mes en una clínica debido a una operación de apendicitis, antes esta dolencia era muy grave. La gente se moría. Mientras tanto mis empleados respondieron de una forma increíble. Cuando regresé me tenían día por día hasta el último centavo. Me emocioné tanto que lo empujé todo al cajón y no quise contar nada.
Ante este recuerdo los ojos de este hombre vuelven a bañarse de lágrimas. Acostumbrado a llevar palos de la vida, este gesto de lealtad y honradez de sus empleados quedó profundamente grabado en su mente. Este negocio lo vendió a los siete años y compró nuevamente en Manrique y Maloja.
—Pero no funcionó como yo esperaba. A los dos años lo traspasé a unos chicos dándoles todo tipo de facilidades, y compré otro traspaso en La Habana y Cuarteles por diez mil dólares. Con los dos empleados de mí confianza, comencé a ganar dinero.
Y, al fin, volvió a España a los treinta y ocho años, cuando ya era un acaudalado empresario.
—Había tardado 23 años en hacer realidad mi sueño. Pero ya entonces me sentía a gusto en Cuba y a España sólo volví para ver a los míos. Aquí pasé una larga temporada, pero mi meta era regresar a Cuba y seguir trabajando.
LA PRIMERA PROPIEDAD

La primera propiedad fue en C/ Rayo, 2.62 que le costó trece mil dólares. Luego compraría la bodega Reina y Campanario en dieciocho mil. Más adelante comenzó a edificar y lo hizo en la calle 6.62, donde construyó quince apartamentos.
—Los que me conocían creían que me había vuelto loco, que terminaría en la ruina. Pero lo cierto es que llegué a comprar un apartamento por mes. Compré en Barrio Auto, C/ Armas 9,57 y 9,59. Aquí compré siete apartamentos. Llegué a ser propietario de cuarenta y ocho apartamentos de los mejor situados. Había dejado la bodega y sólo me interesaba construir.
Pero algo comenzó a flotar en el ambiente que Fernando no llegó a comprender. Había pasado por demasiadas penalidades y, cuando todo marchaba viento en popa, quién piensa en volver la cabeza. Los versos de Machado toman más fuerza que nunca.
—“He andado muchos caminos/ he abierto muchas veredas”.

—Al principio Fidel se dedicó a engañar a la gente. Animaba a trabajar prometiendo las cosas más absurdas. Mentiras, sólo mentiras. Como ya dije, yo había dejado la bodega y me dedicaba a construir. Pero creí en sus palabras y todo el dinero que tenía lo invertí nuevamente en otra bodega. Fue mi última inversión y me costó cuanto tenía. Veinte y ocho mil dólares. Estaba situada en Rayo y Estrella.
Fernando guardó silencio. Es el comienzo del fin. Reconoce que tenía que haber previsto el desastre, coger sus veinte y ocho mil dólares, era una fortuna, y regresar a España.
—Pero había aprendido a querer a Cuba. Si al principio todo mi deseo era conseguir los primeros dólares para regresar a mi patria, ahora tenía toda mi vida formada aquí. Aquí me casé, tuve una hija, aunque Fernando de su vida privada prefiere no hablar. Por estas fechas llevaba tiempo divorciado, y su ex mujer y su hija vivían en Estados Unidos.
—Fue un domingo cuando Fidel Castro declaró a Cuba Socialista-Comunista. Bajó los alquileres al cincuenta por ciento. Era, qué duda cave, el primer toque de alerta. Pero yo no me di por vencido. Como ya dije, amaba a cuba, y a mí no me asustaba trabajar. Al año fue la hecatombe. Se apoderó de todas las propiedades. Me quedé, de la noche a la mañana, sin uno solo de mis apartamentos. Me quedaba la bodega, pero nada. Un desastre tras otro. Los precios los ponía el Gobierno, la venta al público con cartillas de racionamiento, pero aquí no acaba todo.
Desde luego que no. Cuando más que pedir, le rogué a Fernando Carvajal que me hablara de su vida de emigrante, su respuesta fue:
—Eso es como arañar de nuevo en las heridas. Verás: fue un día por la mañana. De pronto se me acerca una viejecita con los pies arrastras como los que tengo yo. Traía un papelín en la mano como el que tú escribes. Se me acercó y me preguntó quien era el propietario de la bodega. Al responderle que era yo, la respuesta fue:
“Pues coja la puerta y márchese porque, desde este momento, la propietaria soy yo”.
—La señora dijo ser del Comité de Defensa.
No pocas veces la realidad es mucho más dura que la ficción. Este hombre que ha luchado con uñas y dientes, remontando a golpe de comerse las lágrimas de sus propias cenizas. Contaba con la fuerza interior que le empujaba hacía la vida. Eran sus quince años. Toda la fuerza y el empuje de la sangre, de la lucha por no dejarse pisotear. Sentir el contacto de aquellos primeros dólares, tan difíciles de conseguir. El imborrable recuerdo de la bestia tirando agua fría sobre sus ojos. El cuerpo hundido en el barril de manteca y las voces amenazantes del tirano que se nutre de sus víctimas. No es más que una anécdota en comparación a lo que el “alma cansada”siente en ese instante. Los sesenta años de Fernando Carvajal eran, en ese instante, como una losa fría. Como un puñal hundido a traición dentro de su pecho.
—Me quitaron el coche, el carné de conducir, la ropa, el dinero, joyas. Me lo quitaron todo. Me mandaron a trabajar al campo vigilado por los soldados con el fusil dispuesto. Planté café, corté caña. El sueldo eran doce pesos al mes que no te llegaban ni para comprar un chusco.
Gruesas lágrimas ruedan por sus mejillas. No puedo por menos que compartir su dolor y susurrarle unas palabras de cariño Los versos de Machado son una realidad:
“Caminante, no hay camino/ se hace camino al andar/ Al andar se hace camino/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca has de volver a pisar”.
—Me dijeron que si quería volver a España tenía que trabajar dos años en estas condiciones y pagarme el viaje en dólares, cosa de todo punto imposible con un sueldo de doce pesos.
Fernando tenía amigos. Uno de ellos le debe algún dinero. Fue este hombre el que pagó su pasaje a España.
—Al finalizar los dos años me ofrecieron un trabajo de administrador de comercio. Pero hubo mucha gente que se quedó y al final terminó en la cárcel. No quise arriesgarme porque yo para preso no valgo. No lo soportaría.

El REGRESO A CASA.

—Nada más despegar, creí que nos matábamos. Tuvimos que volver a aterrizar porque uno de los motores se rompió. Cogimos otro avión hasta Portugal. Aquí nueva avería. Al fin, llegamos a Barajas donde me esperaba un sobrino. En Madrid pasé ocho días con mi hermana y sobrinos.
Luego vendría el regreso a su casa natal, La Granda, en Valdepares, donde pasaría junto a su hermana Serafina y su sobrina Pepita, cinco años.
Pero Fernando demostró hasta la saciedad ser un hombre de agallas, trabajador infatigable y dispuesto a presentar batalla a la vida. Así que un buen día decide volar a Estados Unidos. Allí estaba su ex mujer, su hija y su nieta.
—Trabajé como administrador de un supermercado durante tres años. Creo que debí quedarme allí. Pero cuando mi ex mujer me pidió que me quedara, ya tenía en el bolsillo el billete de regreso.
De nuevo en su casa natal tiene tiempo para recordar. Aunque es demasiado doloroso —afirma—. Le comento que termino de leer en la prensa que Fidel, en acuerdos con nuestro país, piensa devolver lo robado.
—No devolverán nada porque tienen más hambre que nosotros.
Su sobrina Pepita, con la que vive en la actualidad, me lee unas líneas de la última carta que su hija le envió desde Estados Unidos, con motivo del día del padre. Dice así:
“Tu nieta Lucy va a la Universidad con honores y edita el periódico de su Colegio. Es buena estudiante y buena muchacha. Ya el 30 de junio cumple 20 años. Recibe un fuerte abrazo de tu hija Chuchi”.
Fernando Carvajal. Una gota de agua entre las miles de gotas de agua arrancadas de las entrañas de la vida. Fue criado sin sueldo, luchador incansable, millonario. Por último, expoliado a golpe de decreto. Ahora sus piernas ya no son lo que eran. Termina de cumplir ochenta años y toda su fortuna son las 21.000 pts. que cada mes recibe del Fondo de Asistencia Social. F.A.S.
No devolverán nada porque tienen más hambre que nosotros.
Dicen que sabe más el hombre por viejo que por sabio. Posiblemente el festín de lo ajeno no les aprovechó y, como dice Fernando Carvajal, sigan teniendo hambre.


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 28 Nov 2016 00:09 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
Mensajes: 2159
Muy buen trabajo, Luisa, la emigración nunca fue fácil. Mano de obra barata y gente que sufre lejos de los suyos. Recuerdo haberlo leído hace años, es emotivo y real, lo que más impresiona. Un buen trabajo, ya digo. Me alegro de que lo hayas compartido con nosotros.
Felicidades.

_________________
:Spain.gif: Saludos desde Asturias.


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 29 Nov 2016 10:40 
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Registrado: 24 Ago 2012 18:18
Mensajes: 476
Traes una historia que podría ser la de cualquiera de los muchos que salen en busca de la vida. Trabajo, sueños e ilusiones que van hasta donde las fuerzas permiten llegar. Tal y como comentó Pepa creo que hiciste un gran trabajo.

Saludos.


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 29 Nov 2016 21:18 
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Registrado: 09 Ene 2013 19:15
Mensajes: 1418
Lo has leído, Belén, porque el reportaje lleva tiempo en mis archivos. Y aunque necesita de una revisión, especialmente en las comas, es un documento que en su día no fue fácil conseguir. Su protagonista, Fernando Carvajal, para nada le apetecía rememorar su pasado plagado de sufrimiento. Humildemente reconozco que conseguí convencerlo con toda la delicadeza que requería el momento. Era mucha historia, muchos datos que anoté a boli. Una vez revisado, le prometí se lo leería por si en algo me había equivocado o le apetecía corregir algún dato. Fernando me dio su conformidad y se publicó en una revista que edita anualmente la Asociación de Vecinos, revista que le hice llegar.

Por su sobrina supe que andaba con ella bajo el brazo, a ratos se sentaba en cualquier parte y a leer y releer, secándose las lágrimas. Al final estaba satisfecho de ver lo que había sido su vida, contada en un papel. Pues, reconozco que la historia de este hombre me conmovió, y mucho.

Abrazos


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 03 Dic 2016 03:08 
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Registrado: 28 May 2011 22:51
Mensajes: 1244
LUISABEL, gozas de una cualidad preciada para quien escribe: oír y escuchar a la vez, mirar y ver a la vez los rostros, las expresiones ¡Y, como si poco fuera, eres cronista además! No sé si todas las españolas, pero ¡las asturianas sí que se las traen!

En esta crónica hay en ciernes una novela o, como poco, diez cuentos. Y muchas imágenes, pasajes o frases literariamente fuertes.

Si yo escribiera uno de esos cuentos en base a esto, elegiría la siguiente frase como inicial:


luisa-sabel escribió:
... supe que andaba con ella (la historia impresa) bajo el brazo, a ratos se sentaba en cualquier parte y a leer y releer, secándose las lágrimas. Al final estaba satisfecho de ver lo que había sido su vida, contada en un papel.


Me refiero, en este caso, a un cuento empezado desde el final

Si lo deseas, podemos seguir explorando estas posibilidades.


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 03 Dic 2016 12:42 
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Registrado: 13 Jun 2011 07:18
Mensajes: 1222
son varios relatos?

O es uno solo dividido en pequeños capítulos (por llamarlo así)

Lo leo con más calma mañana domingo.

Saludos y besos.

_________________
:Spain.gif: "Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la vida".
J.J. Rousseau





Nunca mires tras de ti, si no quieres enfrentarte a tus miedos.


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 07 Dic 2016 01:49 
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Registrado: 09 Ene 2013 19:15
Mensajes: 1418
" supe que andaba con ella (la historia impresa) bajo el brazo, a ratos se sentaba en cualquier parte y a leer y releer, secándose las lágrimas. Al final estaba satisfecho de ver lo que había sido su vida, contada en un papel".


Me refiero, en este caso, a un cuento empezado desde el final

Si lo deseas, podemos seguir explorando estas posibilidades.


Eres muy generoso, Eduardo. Reconvertir el reportaje en novela o en un puñado de cuentos. !Casi nada!¿Qué si deseo explorar estas posibilidades?. Por desear que no quede, aunque ando un poco perezosa. Las vivencias de este hombre han sido horrendas. Mucho antes de Fidel Castro, no lo fueron menos las penurias sufridas por hermanos de mamá. Los abusos, "el trabajo de aprendiz no se paga"... la enfermedad, dos de ellos que se llevó la mar, la desesperación de otro de los hermanos que vendió cuanto tenía para rescatar los cuerpos: "no quiero que a mis hermanos se los coman los peces", sólo de pensar ese momento, da escalofrío.
En ocasiones que han llegado a España hijos de emigrantes, intento saber de donde eran sus padres, sus apellidos, con la esperanza de si alguno de la familia logró sobrevivir, si han tenido hijos...

Me alegra que te motiven estas historias.
Abrazos

:Argentina.gif: :Spain.gif:


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 08 Dic 2016 21:01 
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Registrado: 09 Ene 2013 19:15
Mensajes: 1418
Pues sí, Pedro. El deseo de prosperar, hacer fortuna o "las Américas", como se decía, no es de hoy ni de ayer, viene de muy lejos. A la muerte de Fidel, se me ocurrió rememorar la historia de Fernando Carvajal que, pese a los años trascurridos, la vida de este hombre me dejó huella. Parece que lo tengo ante mí. Un hombre con muchos años a la espalda pero con los recuerdos vivos en su mente.
Sabía de lo que hablaba: no devolverán nada porque tienen más hambre que nosotros.
Dicen que sabe más el hombre por viejo que por sabio. Fernando no se equivocó.

Me alegro que te haya prestado

Saludos afectuosos


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 12 Dic 2016 23:33 
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Registrado: 09 Ene 2013 19:15
Mensajes: 1418
"son varios relatos?"

:eek: :eek: :eek: Si te pararas a leer un poquito, Juanan, verás que nada de relatos. Es un reportaje sobre la vida de un emigrante, y un inciso para contar lo poco que llegué a saber sobre hermanos de mamá.

Como ves, la emigración lleba sobre sus espaldas una pesada mochila.

Un abrazo


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 Asunto: Re: HISTORIA DE UN EMIGRANTE o, EMIGRANTES MARCADOS
NotaPublicado: 25 Dic 2016 13:13 
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Registrado: 09 Ene 2013 19:15
Mensajes: 1418
Los emigrantes de hoy, pueden creer que lo de ganar lo cuartos, lo tomas o lo dejas que lo que sobra es mano de obra barata, es una mala racha que les tocó a ellos. Pues ya ven que la historia viene de lejos. Cierto que en la mayoría de los casos, a diferencia de tiempos para olvidar, los jóvenes de hoy son personas muy preparadas, que tampoco se lo están poniendo fácil.
Gracias poe leer y comentar.

Felices fiestas

Abrazos


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