Aunque comprendo que al leer "mi" nuevo: NEGRO SOBRE NEGRO, me gusta más que como lo escribí originalmente, he de confesaros que no me reconozco en este nuevo con los comentarios incorporados. Por si os quedaba alguna duda, el protagonista ni es drácula ni un similar, es un loco solitario que se cree ser el autor de las muertes en serie que ocurren en su ciudad. De ahí mi intención de hacer creer al lector que era un vampiro, para intentar evitar ser descubierto desde el origen. Espero que, sin conseguir los "efectos especiales" que pretendía, por lo menos este "arreglillo" esté mejor escrito. Gracias a los comentaristas por vuestras buenas intenciones, pero no os desaniméis. ¡¡¡Ya he aprendido algo importante!!! He desgerundizado mis nuevos escritos y lo estoy haciendo con los antiguos. Me gusta escribir si gerundios, sí señor. Gracias
EN NEGRO SOBRE NEGRO (ii)
En la profunda soledad de su mansión, y como cada atardecer, sube lentamente por la enorme escalera y se dirige a su habitación. Una macabra sonrisa decora la fealdad de su rostro; lo deforma aun mas, lo aterroriza hasta tal extremo que, inconscientemente, nunca se mira en el espejo.
Abre el armario y saca la ropa, maniáticamente colocada y limpia, que cubrirá su cuerpo durante la cercana noche que va metiendo en tinieblas la exigua luz que aun ilumina la escena.
Movimientos lentos, felinos. Metódicos como en un rito, siniestros. No necesita luz alguna para vestirse; la perfección con que los hace demuestra que han sido estudiados y realizados a lo largo de los atardeceres de su sempiterna vida.
Cierra el nudo que fija la negra capa a sus hombros, mientras se acerca al enorme ventanal de la habitación para mirar al exterior.
Después de comprobar como una tenebrosa y densa niebla se extiende lentamente sobre el paisaje que forman el jardín y, al fondo, la gran ciudad, se gira hacia el centro de la habitación donde un enorme lecho, cubierto con un alto dosel, tan negro como sus pensamientos, le espera.
Se tiende boca arriba y fija su mirada en el infinito que, sombrío, se refleja en la negrura del techo del dosel.
“Aun falta tiempo para la hora esperada” piensa, mientras que su imaginación forma escenas dantescas en el escenario de su mente, consiguiendo que una mueca, semejante a una sonrisa, aparezca de nuevo en su rostro para envilecerlo aun más.
Solo él podría describir los pasajes que, de su vida, pasan por una mente tan retorcida, pero algo llama su atención y cierra los ojos para concentrarse en esa alocada vivencia, hasta que una fuerte y espeluznante carcajada sale de sus pulmones e inunda la enorme habitación. Hasta él mismo se impresiona; abre los ojos, gira la cabeza hacia la ventana y comprueba como la noche ya se ha adueñado de todo el paisaje.
“No, creo que aun es pronto. Esperaré hasta el momento exacto” piensa de nuevo y, lentamente, gira su cabeza y vuelve a la posición en que estaba, con la nuca apoyada sobre la dura almohada.
Coloca ambas manos sobre el pecho, con movimientos que más que mecánicos, parecen formar parte de un ritual. Luego, pierde su mirada en la lejanía de los recuerdos y sigue ¿soñando?
¿Son sueños, quizás, todas las extrañas y ceremoniales muertes acaecidas desde siempre en aquella ciudad?
¿Cómo nunca pudo la policía descubrir al autor de aquellos extraños sucesos?
Y tantas otras preguntas sin contestar que han hecho de las noches de la ciudad un escenario tan solitario que las mentes de sus pobladores no recuerdan igual.
Y en ese recuerdo se detiene, mientras aflora a su rostro una mueca de satisfacción.
“Y nunca lo lograrán saber. ¡Ilusos, pensar que, con esos modernos aparatos de captación de imágenes, puedan ni tan siquiera vislumbrar la sombra del autor de los rituales exigidos por un ser superior! Pero, dejémosles soñar, las dificultades engrandecerán para siempre mi trabajo”
Gira suavemente la cabeza en dirección a la ventana. No, aun no es el momento y, de nuevo, recupera la posición.
“Con cámaras de infrarrojos; con torpes, regordetes y adormilados policías, apostados en las esquinas de las calles más oscuras y angostas, pretenden descubrir a la sombra de la noche. ¡Realmente patético! ¿Cómo seres dotados con la inteligencia necesaria no son capaces, ni tan siquiera, de imaginar lo que ocurre ante sus ojos? Hoy, como memorial de tan perfecto trabajo, les sorprenderé con un ritual tan fantástico que…” Y, en la rigidez del lecho, en tendido supino y en la quietud y soledad de la noche, su mente va ralentizándose poco a poco, hasta quedar profundamente dormido.
A la mañana siguiente, todos los periódicos de la ciudad se harán eco de la noticia: “El cadáver, terriblemente mutilado en vida, de una joven prostituta ha sido encontrado… Un nuevo asesinato, posiblemente el más sangriento y doloroso nunca conocido, se ha cometido en la ciudad; y lleva la misma firma.”